Que el antiguo convento de Santa Clara quedara solamente para Casa de los Poetas era una barbaridad se lo mirara desde donde se lo mirara, pero ahora corre el peligro de convertirse en un avispero, en caja de Pandora sevillana, en el viejo M-11 de la casa natal de Velázquez pero en visión panorámica y en color por tecnicolor porque da la impresión de que todo al que llega se le dice que va a tener allí un espacio pero, a continuación, los llegados convocan a la prensa y le cuentan que todavía tienen que medir los metros que les corresponden dada la importancia de lo que ellos representan.
Cuando en una suma imposible -ya que los sumandos serán muy distintos- con el espacio sucederá como con las reliquias de la cruz de Cristo, que el convento debería englobar la Alameda de Hércules, eso sin contar con que los poetas y los investigadores literarios demandarán silencio y las trompas, sacabuches y cornetas harán mucho ruido, por no hablar de taconeos y cajas peruanas, de que, entre los cuatro o cinco vecinos del lugar habrá alguno que forme una asociación contra todo aquel desmadre y que la ciudadanía se seguirá preguntando qué es aquel batiburrillo.
No sería mejor convertir Santa Clara en una institución ligada a la música, llevarse allí la Bienal y dejar que la memoria de Cansinos Assens estuviera en el Pabellón Real junto a las glorietas de los literatos del Parque de María Luisa? A quien le toque dirigir Santa Clara le va a doler la cabeza con las protestas de los representantes de cada institución y Maribel Montaño se verá en la obligación de representar el papel de la Presley en aquella chirigota cuyo putpourrit terminaba con estribillo donde reñía a unos niños más o menos así: "Y como sigáis armando barullo, se lo digo a tu padre, y al tuyo y al tuyo, y al tuyo y al tuyo".
Antonio Zoido es escritor e historiador
