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¿Que hubiera pasado si...?

Todavía hoy suenan demasiado fuertes las voces de quienes reprueban hablar de la Dictadura del General Franco o, más grave aún, de aquéllos que pretenden manipular el recuerdo. Afortunadamente, hay quienes vienen luchando por la dignificación de la memoria de España y la construcción...

el 15 sep 2009 / 03:57 h.

Todavía hoy suenan demasiado fuertes las voces de quienes reprueban hablar de la Dictadura del General Franco o, más grave aún, de aquéllos que pretenden manipular el recuerdo. Afortunadamente, hay quienes vienen luchando por la dignificación de la memoria de España y la construcción de un futuro sobre la realidad histórica. Desde instituciones como la que dirijo tenemos una posición privilegiada para contribuir a la defensa de valores de convivencia en nuestro actual contexto social y político e inscribirlos en el presente de una ciudadanía moderna. La tortura, la muerte, la cárcel, el exilio?son deudas que no se pueden saldar. Por eso creo que todo lo relacionado con la Guerra Civil y la Dictadura no debe contemplarse como una herida abierta, sino como la historia de un pueblo, su patrimonio social que debe ser proyectado generación tras generación, para que hallen en la memoria histórica un arma de lucha por la libertad. En su último discurso como presidente de la II República española, Manuel Azaña dijo: "Es una obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra,?que piensen en los muertos y que escuchen su lección?el mensaje de la patria que dice a todos sus hijos: paz, piedad y perdón". Precisamente ayer, el Instituto Español Giner de los Ríos de Lisboa homenajeó a Alfonso Lasso de la Vega (Sevilla, 1898-Lisboa, 1977) en un acto de reconocimiento a profesores y maestros que, como consecuencia de la Guerra Civil, fueron cesados o sufrieron exilio. En su caso particular, además, el homenaje contempla una ofrenda floral ante su tumba en el cementerio lisboeta en que descansa.

Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Hispalense, director del Alcázar de Sevilla, vinculado al andalucismo histórico y a la creación del primer Centro de Estudios Andaluces, forma parte del grupo de personas que tuvieron constantemente una visión reivindicativa de su tierra de origen y que convivieron con ese mensaje de la patria del que hablaba Azaña, y que tan bien expresó al referirse a Andalucía "?como un jardín con muchas veredas", descritas éstas como "rutas abiertas, caminos sin fin y por los que podamos marchar sin obstáculos que nos detengan". Lasso de la Vega terminó uniendo su vida de exiliado a Lisboa, donde trabajó como profesor en aquella institución educativa desde 1949 a 1969.

Él nos recuerda a esa Andalucía protagonista de los acontecimientos que acompañaron a la Guerra Civil y la posterior represión. Y también nos recuerda a la pléyade de andaluces (Victoria Kent, Manuel Chaves Nogales, María Zambrano, Adolfo Sánchez Vázquez, Pedro Garfias, Ana María Custodio, Homero Serís, Isabel Oyarzábal, ?) que conforman la Andalucía del exilio. Unos se adaptaron sin problemas a los países de acogida y otros sobrevivieron sin conseguir hacerse al nuevo lugar. Y todos vivieron la distancia como fractura personal con una tierra imaginada que, por fin hoy, vive con instituciones de autogobierno, con un Estatuto de Autonomía renovado, con un evidente desarrollo social y económico? y, quizá, no con el suficiente sentimiento de gratitud ni para ellos ni para los territorios hermanos que un día acogieron a españoles en el exilio.

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