Víctor Pérez Escolano reflexionaba el lunes a propósito de los edificios de Zaha Hadid y de Moneo y concluía en que "el gran desafío -estaba- en rediseñar el Prado en su conjunto". Como estoy convencido de que es ahí donde está la clave yo, glosándolo, diría que hay que rediseñar Sevilla en su conjunto y, como eso llevará tiempo, educar a los sevillanos en su conjunto sobre el rediseño. Lo digo porque he oído ayer a un miembro de la judicatura poner por los suelos la estación de autobuses (del Prado) confundiendo arquitectura con servicio de limpieza o he leído hace poco a un munícipe opinar que el "gran canal" de la Expo debería convertirse en un aparcamiento mientras ayer sabíamos que el rascacielos de Pelli llevará 3.000 plazas.
Lo digo por el bien de todos ¿Han visto a ese candidato a alcalde llamado Zoido, acompañado de dos o tres candidatos-becarios, recoger el papel que ensucia el suelo de una calle mientras Los Remedios -su almáciga- se precipita en un atroz provincianismo? Es evidente que necesita de esa reeducación urbanística. Pero igualmente la necesitan los que no dijeron nada cuando de un plumazo se le quitó a Moneo su proyecto. Sevilla es una cosa muy seria, a la vez un nombre en el mundo y una ciudad para los nietos. Hay que proyectarla entera porque al único que hasta ahora se le ha permitido escribir derecho con renglones torcidos es a Dios.
Antonio Zoido es escritor e historiador
