Toros

Rivera Ordoñez reaparece con dos orejas en Olivenza

En una jornada en la que Enrique Ponce ha dado una lección de torería y sapiencia en una faena que ha sido premiada también con dos orejas.

el 08 mar 2015 / 23:25 h.

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FICHA DE LA CORRIDA.- Ganadería: Toros de Victoriano del Río, bien presentados y carentes de casta, excepto el primero, que tuvo calidad pero que se la dejó en el fuerte castigo que recibió en varas. Espadas: Enrique Ponce: estocada (palmas); y estocada, (dos orejas tras aviso). Francisco Rivera Ordóñez "Paquirri": ocho pinchazos y tres descabellos (silencio tras aviso); y estocada (dos orejas). José Antonio "Morante de la Puebla": media tendida y descabello (ovación); y estocada (palmas). En cuadrillas, destacó José Antonio Carretero, de la cuadrilla de Morante de la Puebla. Plaza: La plaza casi se ha llenado en la última corrida de la Feria Taurina de Olivenza.   Los diestros Francisco Rivera Ordoñez "Paquirri" (i) y Enrique Ponce salen a hombros de la plaza de toros de Olivenza. / EFE Los diestros Francisco Rivera Ordoñez "Paquirri" (i) y Enrique Ponce salen a hombros de la plaza de toros de Olivenza. / EFE Enrique Ponce lanceó al primero del festejo, sancándoselo a los medios en un derroche de sapiencia ante un animal que metió bien los riñones en el caballo, demostrando bravura. El de Victoriano del Río sangró demasiado, lo que propició que fuera perdiendo fuerza. Ponce brindó esta faena a Rivera Ordóñez, ejecutando a continuación una labor muy técnica para que el animal aguantara su pérdida de fuerza y de emoción en una labor con pasajes estimable aunque un punto insípida, que, no obstante, fue aplaudida. El cuarto de la tarde, de menos calidad que el anterior, tomó una vara y llegó a la muleta tras ser mal banderilleado por la cuadrilla del valenciano. El animal, sin demasiado celo, embistió con suavidad pero sin transmisión. Ponce anduvo aquí como sólo él sabe hacerlo, es decir, en maestro, imprimiendo suavidad y mucha técnica para ir ahormando la embestida de su oponente e ir construyendo una faena sensacional, de una dimensión sublime. Gran Ponce que consiguió cortar las dos orejas. Francisco Rivera Ordóñez "Paquirri", que después del paseíllo saludó una calurosa ovación de los tendidos en señal de su reaparición en los ruedos tras dos años de ausencia en el circuito, apechó con un primer animal con el que nada destacable pudo hacer.  El diestro Francisco Rivera Ordoñez "Paquirri" da un pase con la muleta. / EFE El diestro Francisco Rivera Ordoñez "Paquirri" da un pase con la muleta. / EFE Punteaba el astado los engaños, calamocheando, y Rivera Ordóñez anduvo digno con él, sometiéndolo en algunas fases de la faena aunque sin llegar a hacer nada del otro mundo. No anduvo fino con los aceros, pero así y todo gustó y el publico le aplaudió al son y acordes de la música. En su segundo toro, el diestro le brindó la faena a su hija Cayetana, quien se encontraba presente en el coso -desde una barrera- acompañada por su tío Cayetano Rivera Ordóñez. Se decidió a ponerle las banderillas ante la espectación del respetable con un resultado aceptable en el primer par, mejor el segundo, que las puso en su sitio, y espectacular el tercero al ponerlo al violín. Tropezó, eso sí, a la salida del segundo par, lo que propició que el toro le arrollara rompiéndole la taleguilla, aunque sin mayores consecuencias. Rivera Ordóñez escuchó aquí uno de las mayores ovaciones de la tarde después de llevar a cabo una vibrante y entregada faena. Mató de una estocada, por lo que le fueron otorgadas las dos orejas y los unánimes aplausos del respetable. rivera-paquirri-03 Morante de la Puebla bordó las primeras verónicas ante otro toro que sólo tomó una vara sin demasiada fuerza. El capote de Morante arrancó aplausos fuertes y sonoros mientras que su muleta marcaba trazos toreros que el astado tomaba obedeciendo a regañadientes. A pesar de que se pensaba muy mucho la embestida, logró trazos aceptables adornados con la música maestrante. Cerró plaza el torero de la Puebla del Río con un burraco precioso de pelo, hilvanando una faena intermitente para dejar en el tintero una serie de muletazos vistosos y de buen gusto, pero que, por culpa de la condición del toro, carecieron de emoción. Mató de una estocada, recibiendo un aviso y leves palmas, mientras que sus dos compañeros salían a hombros de la plaza entre el clamor del respetable que volvió a ver como el hijo mayor del malogrado "Paquirri" volvía a enfundarse un traje de luces en una temporada ilusionante para él. EFE  

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