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San Juan de Aznalfarache es el municipio con más inmigrantes del área metropolitana

Uno de cada 10 empadronados es extranjero y hay más de 60 nacionalidades distintas en esta población de 20.000 habitantes.

el 09 may 2010 / 17:43 h.

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En el pueblo se celebra cada año la Fiesta de la Interculturalidad.

San Juan de Aznalfarache es tierra de inmigrante. La cercanía a la capital hispalense, la amplia oferta de ocio y el precio de la vivienda son los ingredientes esenciales para haber convertido a este municipio en el pueblo más interracial del área metropolitana, donde conviven más de 60 nacionalidades y en el que el número de inmigrantes que están empadronados supera ya el 10% del total de la población. Pero se calcula que el porcentaje podría ser hasta más alto.

“Basta con subirte al autobús o darte una vuelta por nuestros institutos o colegios para darte cuenta de que la nuestra es una sociedad polivalente”, comenta Alicia Ruiz, concejal de Igualdad. Este crecimiento de la población extranjera se viene dando desde principios de 2000, cuando rondaba el 2%. El cambio de tendencia requirió de un proceso de adaptación y un esfuerzo por parte de todos para llegar a una convivencia y entendimiento mutuo.

Es éste un trabajo que nace en el diálogo entre el Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache y las distintas asociaciones de inmigrantes, que desde hace unos años vienen convocando programas que invitan a la participación de todos sin tener en cuenta la nacionalidad.

En esta política, se evita que se asocie la presencia de inmigrantes “con la constitución de grupo o guetos”, según la edil. “Hablar de integración es difícil tanto para los que vienen como para los que ya vivían aquí antes”, reconoce. Por eso diseñan una política dirigida al inmigrante pero en todos los ámbitos posibles: educación, sanidad y, sobre todo, deporte.
dominicanos. Destaca que, a diferencia de otros municipios de la provincia, donde predominan los marroquíes o los rumanos, aquí hay una presencia mayoritaria de dominicanos. “Muchas personas no nos conocen bien y se agarran a clichés y a la imagen negativa que se dibuja a veces de nosotros por la televisión”, explica Guillermo César Portoreal, el presidente de la Asociación de Dominicanos del Aljarafe (ADA). En ese punto, resalta la labor de integración en el pueblo, como la conocida Fiesta de la Interculturalidad, que lleva años celebrándose y que acoge a todas las nacionalidades. Incide también en que la clave está en “el conocimiento mutuo para llegar a una convivencia puramente natural”. Y de ahí nace la colaboración de la asociación con el Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache.

En esta línea, están apostando por el deporte como un instrumento de integración y convivencia. “Hacemos que niños y jóvenes jueguen conjuntamente tanto a deportes que se practican aquí como a los que se disputan en los distintos países de origen, para que a través de él se conozcan cada vez más”, precisa.

Otra propuesta que se lleva a cabo para mejorar la integración es el llamado punto de encuentro, una oficina donde se ofrece información sobre la bolsa de trabajo, la vivienda o las distintas programaciones multiculturales que se llevan a cabo en el pueblo.
La vida cotidiana de este municipio de 20.000 habitantes suele ser pacífica, aunque en ocasiones se pueden presentar algunos problemas de convivencia. “Creo que el principal problema que existe en el pueblo es la falta de comunicación entre unas partes y otras, y es que hay personas que tienen miedo de los inmigrantes”, se lamenta el presidente de ADA. También hay otra versión a ese respecto, que apuntan desde la asociación Juntos Construimos Futuro. Recuerdan que la convivencia solía ser pacífica, y que San Juan de Aznalfarache era un pueblo muy acogedor, algo que consideran que ya no está tan a la orden del día.

“Suelen ser más problemas cívicos, como en todas partes, pero es independiente a la raza o nacionalidad de la persona que los protagoniza”, apostilla la concejal de Igualdad.
Sin embargo, desde el pueblo algunas personas se quejan y comentan que la convivencia no es ni buena ni mala, sino inexistente. “Ellos tienen sus propios barrios, negocios y zonas, hasta cuentan con sus propias peluquerías”, expone María Ángeles Hernández, vecina del municipio. Todo es cuestión de tiempo.

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