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San Rodri lleva al Sevilla a la Liga de Campeones

el 15 may 2010 / 21:59 h.

Rodri celebra el gol de la victoria, el gol de su vida.

Rodrigo Ríos Lozano, natural de Soria, con 19 añitos, en su segundo partido oficial con el primer equipo, dio la Liga de Campeones al Sevilla cuando ya estaba todo perdido, cuando la cuarta posición se iba para Mallorca y cuando los nervionenses caminaban extenuados hacia su mediocre destino de la próxima temporada. Fue entonces cuando surgió el canterano para, de espectacular media chilena, meter su primer gol oficial con el Sevilla y darle a la entidad un buen puñado de millones de euros y la posibilidad de jugar la Champions.

No podía ser de otra forma como el conjunto hispalense sellara su clasificación para la máxima competición europea. De forma épica y dolorosa, sufrida, porque este Sevilla ya no arrolla, sufre, suda, reza, pero tiene fe. Eso le queda. Por el momento, y con una final de la Copa a días vista, esa es su mejor virtud, el espíritu que escenificó ayer a la perfección este chaval que ya ha pasado a la historia del club, como lo hizo a menor escala el pasado año forzando la prórroga en la final de la Copa del Rey de juveniles que se llevó el Sevilla.

Todo ello ante un Almería que no se jugaba nada... clasificatoriamente, claro. Los jugadores de Lillo se dejaron la vida en el campo, a buen seguro estimulados desde Mallorca, pelearon hasta el último minuto e incluso tuvieron en su mano noquear a su rival en la segunda mitad. 

Y también en la primera. En los minutos iniciales el Almería disfrutó de hasta cuatro ocasiones para marcar, casi todas por la banda derecha de Stankevicius, un chollo para los Crusat, Ortiz, David, Soriano y Corona, que se topó con el larguero. Incluso Rubinos Pérez obvió un penalti por manos de Stankevicius. Todo ello pareció neutralizarlo el gol de Kanouté, fruto de un excelente pase de Jesús Navas (16’), pero fue un espejismo. El equipo local seguía controlando el partido, con menos ocasiones, eso sí, y parecía jugarse más que el sevillano. Y en nuevo fallo del lituano, que dejó franco un balón para Crusat en el centro del campo, se gestó el empate antes del descanso.

Con la victoria del Mallorca ya enfilada, el Sevilla se puso de nuevo por delante gracias a otra acción de Navas y un gol en propia puerta de Chico. Pero todo se iba a torcer, otra vez. Negredo se autoexpulsó de forma absurda, el Sevilla se agotó físicamente y sobrevivió a duras penas. Para colmo Juanma Ortiz se sacó un golazo de la manga que hundía a los nervionenses (78’). Entonces Álvarez sacó al canterano con apenas diez minutos por delante. El Almería perdonó en varias contras y dejó al Sevilla vivo, pero sin fuerzas, sin peligro. Ya sólo quedaba rezar, como hacía Monchi en el palco. Y la divinidad le hizo caso. Apareció San Rodri.

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