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Sangre de río en las venas

El Guadalquivir ‘creó' Sevilla y la convirtió en emporio comercial.

el 16 ene 2010 / 19:39 h.

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Corta vida. Un mes ha durado el microbús de la línea C7, en la imagen por la calle San Jorge.
"Si Sevilla existe hoy es gracias al Guadalquivir". Con estas palabras resume el historiador Antonio Collantes de Terán la unión entre la ciudad y el Guadalquivir, un río que ha creado la Sevilla de nuestros días a través de la riqueza y la cultura que han navegado por sus aguas. Con esta idea, el historiador y profesor de la Universidad de Sevilla inauguró esta semana el III ciclo de conferencias sobre la historia urbana de Sevilla que la Pablo de Olavide organiza hasta abril. "No hay mejor forma de iniciar estas sesiones que hablando del río", asegura. Y es que el Guadalquivir reunía todas las condiciones para que en sus orillas naciera una ciudad que llegó a convertirse en epicentro comercial del mundo.

"El río siempre ha sido un privilegio", porque su situación geográfica lo convirtió en una "arteria fundamental" para la navegación de las primeras civilizaciones: era el medio más económico para transportar mercancías. A todo esto se sumaba la riqueza de las tierras de su cauce, que ofrecían productos naturales de calidad que después se exportaban. Y justo aquí surgió Sevilla. La ciudad creció al lado del Guadalquivir y amplió su núcleo urbano según el río se desplazaba hacia occidente. "Originariamente pasaba por la Alameda, Sierpes y la avenida de la Constitución, para desembocar en su cauce actual por los Jardines del Cristina".

Aunque siempre fue también un sitio de esparcimiento (hay grabados medievales que muestran las fincas de recreo a sus orillas), su navegabilidad fue la clave para consolidar a la ciudad como enclave comercial. Además, propició el nacimiento de oficios, como el de ceramista o armador, que fueron la base de la industria local. Una situación de privilegio que se consolidó en el XVI, cuando el descubrimiento de América la convirtió en "la capital mundial de la flota de la carrera de las Indias".

Antes, además, fue vital para construir la Catedral. "Claro que Sevilla habría tenido un gran templo, pero nunca el que hoy tiene si no fuera por el río". Y es que los sillares utilizados para su construcción procedían de la cantera de San Cristóbal, entre Jerez y San Fernando, y al llegar por el río se abarataron los costes de producción. "Traerlos así costaba cuatro veces menos que lo que hubiera supuesto transportarlos por carretera desde Morón de la Frontera".

Pero la relación también pasó por malos momentos. El XVIII trajo consigo el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, mermando el negocio portuario de Sevilla. A pesar de ello el río siguió siendo navegable y "los barcos continuaban llegando a Sevilla aunque en menor medida". Un vínculo que se enfrió con el cierre del muelle de Nueva York, que se convirtió en un paseo, o con la construcción de las vías del ferrocarril en Torneo, separando a la ciudad del margen del río. "Una política que a punto estuvo de cegar su cauce actual en 1960", algo que llegó a plantearse.

Pese a ello, a lo largo del siglo XX Sevilla quiso recuperar su carácter fluvial y dotó al río de un mayor protagonismo. Así, por ejemplo, recuperó su paso por las cercanías del casco histórico y lo convirtió en un referente deportivo mundial con su canal de remo. Aún así, todavía queda mucho por andar para que se convierta en la calle ancha tan pregonada por los políticos. Y ésa es una deuda que Sevilla todavía tiene con su río.

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