Paula Jannone se abraza con una sonrisa nerviosa a los allegados que se acercan para felicitarla y se ruboriza nada más comprobar cómo los fotógrafos quieren inmortalizarla junto a la obra del pintor Chema Rodríguez. Es lo lógico cuando una tiene sólo 14 años y la escogen para que sea, simple y llanamente "la niña de Sevilla", es decir, la que encarne, a modo de cartel, el sentir de las Fiestas de Primavera para algarabía de su padre Augusto, que no cabe en sí de gozo. Y que no le engañen ni el apellido italiano ni los ojos y el pelo claros. La joven Paula ha servido como modelo para una obra de arte que supone el pistoletazo de salida para una efeméride que, como marca la extraña tradición municipal, se presenta en temporada invernal, en una especie de guiño para cambiar de registro: adiós Navidad, bienvenida Semana Santa, aunque falten 72 días para el Domingo de Ramos.
Con todo este tiempo por delante llega un cartel que guarda belleza estética -y artística- y que, si tiene un pero, es el semblante serio que adquiere la protagonista, que poco tiene que ver con la realidad más animosa mostrada por la joven ayer en un abarrotado Salón Colón, más acorde con el anuncio de unas Fiestas de Primavera. El pintor trianero, en cambio, ha escogido un escenario más sobrio: el de la previa a la celebración.
Frente a otros carteles que recrean el momento de más ebullición de las fiestas -el baile por sevillanas, el rostro de una imagen o el cortejo de nazarenos-, Rodríguez ha optado por plasmar la liturgia previa, la que se hace de puertas para adentro. O lo que es lo mismo, justo ese instante antes de salir a la calle para ir en busca de las hermandades o para pisar el albero del Real de los Remedios. "Es la Sevilla que se mira al espejo antes de que ocurra algo maravilloso, que puede ser la Semana Santa o la Feria de Abril", explica el autor. De ahí que Paula aparezca con la mirada ensimismada al horizonte, como si se estuviera contemplando en el espejo -que estaría hipotéticamente en el lugar del espectador-, mientras se está colocando un pendiente y prácticamente lista para salir, con un mantón que es la única pista para intentar descifrar el enigma de si se prepara para ir a la Feria de Abril o a la Semana Santa. Rodríguez deja esa decisión a la imaginación del espectador.
Un fondo color crema, con el nombre de Sevilla en color rojo y en trazos limpios, completa una estampa para nada recargada -alejada, por ejemplo, de la apuesta barroca del año pasado de Antonio Parrilla- y que, para prescindir, no hace uso ni de la Giralda, icono de la ciudad y uno de los recursos más utilizados por los diferentes artistas a lo largo de la historia de los carteles.
Y es que el pintor trianero ha querido desmarcarse de lo hecho hasta ahora y hacer "algo distinto". Para ello, se ha zambullido en la historia de los carteles, para lo que ha escudriñado un libro de su "tío Manolo" en el que visualizó los carteles de las Fiestas de Primavera entre los años 1887 y 1987. Tras tanta investigación, se decantó por "elegir algo que faltaba, que era la niña de Sevilla", en cuyo lienzo se presenta ataviada por un vestido verde, que se utiliza como símbolo de que "está arropada por el Guadalquivir". Pero, ante todo, asegura que quiere con el cartel "recuperar el alma de las cosas, algo que es necesario recuperar en estos tiempos que corren".
El cartel, para el que Chema Rodríguez ha recibido "el capote" de artistas -y amigos- como Carmen Laffón o María Teresa Vega Rodríguez, entre otros, fue bien recibido por el alcalde, Juan Ignacio Zoido, que alabó que el cartel. "Ha huido de la Giralda, pero ha encarnado la belleza sevillana de Paula", que ha "quedado inmortalizada para siempre". El regidor, que no escatimó en elogios hacia las Fiestas de Primavera, también aprovechó para anunciar que tanto el cartel como los bocetos permanecerán expuestos en el patio de la Casa Consistorial.
