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Siete escalones con dos siglos

La tradición y la experiencia no restan dificultad al bicentenario paso de hermandades por Villamanrique de la Condesa

el 17 may 2013 / 09:09 h.

Dos siglos de paso de hermandades por Villamanrique de la Condesa –inaugurados por Triana en su primera peregrinación a El Rocío 15050446en 1814– y casi cien años de la tradición que inició Benacazón subiendo su carreta, tirada por bueyes, a los porches de la parroquia de Santa María Magdalena, y sin embargo resulta tan complejo y vistoso como al principio. Hasta 2008, cinco escalones separaban el adoquinado de la plaza de la grada del templo donde aguarda la Primera hermandad a las 70 filiales que la saludan, a la ida o a la vuelta.

Desde entonces son siete con la intención de que la subida resulte más cómoda. Pero ni la Macarena, ni Morón ni Tocina, de las 22 que pasaban ayer se atrevieron a subirlos. El ganado viene muy cansado en un camino que está resultando especialmente duro por las prisas.

Sin embargo, General y Farruquero, los bueyes del Simpecado de Gines, se plantaron de un tirón arriba, en una subida espectacular que el público, que abarrotaba la plaza de España a esa hora de la tarde (19 horas), y sus peregrinos premiaron con largos aplausos. Su carretero, José María Castales, explicaba después el truco: “El ganado te tiene que querer, si no no suben los escalones”. Así que no podía disimular su satisfacción por haberlo logrado. Y es que para este carretero con más de 29 años de experiencia, lo más difícil no son estos porches que imponen tanto respeto sino “administrar bien la yunta para que los animales tengan fuerza para llegar”.

El canto de la Salve, la sentida sevillana de una de las romeras de Gines en los porches y las de “para ser buen rociero primero hay que ser cristiano” que empezaron en el interior de la parroquia y secundaron desde la plaza hicieron las delicias también de los vecinos que se acercaron a arropar a su hermandad. Su hermano mayor, José María Villadiego, confesaba un rato después que había estado “muy nervioso”: “Viene mucha gente del pueblo a vernos y es un momento muy importante para la hermandad”, explicaba entusiasmado.

Pese al frío de la tarde y al que habían pasado en la parada del Chaparral durante el sesteo, Villadiego agradecía las suaves temperaturas que hacen más llevadero el camino, “se puede andar mejor e ir más rápido”. Y es que esta hermandad ha acortado su camino un día y, aunque va cumpliendo los tiempos, la jornada del miércoles resultó “dura” por las dificultades que supuso, al salir del pueblo, el cruce con otras hermandades.

También al llegar a Villamanrique, en la plaza del Convento, en obras estos días, encontró la hermandad un cable caído que no dejaba pasar las carretas. Aunque esto retrasó su llegada a la plaza, donde ya se habían colocado los caballistas, rápidamente se solventó. El tamborilero y la junta de gobierno de Villamanrique al completo se había adelantado, hasta la esquina de la calle Santa María Magdalena, en la puerta casi del Palacio Real, para recibirla. Es un gesto que la Más Antigua ha repetido este año con todas las filiales con motivo de la efemérides del paso de las hermandades: 200 años de una fiesta declarada de Interés Turístico en 1999.

Las negras nubes amenazantes que acompañaron el paso de Gines descargaron algunas gotas en el momento de la presentación de Santiponce. Pero nadie se inmutó, ni se abrió un paraguas. Bastaba estar bien abrigado para disfrutar de los momentos de intimidad que en esta plaza rodeada de gente pueden vivir los romeros y con los que tanto disfrutan los manriqueños.

Quedaban la multitudinaria presentación de Dos Hermanas, el susto con la subida de Utrera a los porches y el precioso, pero mucho menos multitudinario, saludo de Córdoba, ya de noche, con la plaza iluminada y la carreta entera encendida. La carreta de Utrera, tirada por tres mulos, subió con uno solo. El animal se resbaló tanto al subir como al bajar, pero el carretero, con la ayuda de todos sus peregrinos, lo solucionó entre el respaldo del público.

Además, el paso de Utrera es cita obligada para todos los manriqueños. Y es que es tradición que, una vez que baja la carreta, desde los carros lancen los tradicionales mostachones al público. El pequeño Curro González, en brazos de su padre, Javi, se hizo con uno.

La hermandad de Tomares, que debería haber pasado ayer a media mañana, entre el retraso que había acumulado y el paso pausado de las corporaciones que le antecedían en la plaza, optó por seguir su camino sin detenerse en Villamanrique. No en vano, esta filial es una de las 30 que deben adelantar su llegada a la aldea para presentarse esta misma tarde ante la Blanca Paloma debido a la modificación del acto de las presentaciones.

Terminados los saludos, los manriqueños empezaron a preparar su camino. A las seis de la mañana es la cita para enganchar los bueyes y despedirse de su plaza. El nuevo párroco de Villamanrique, Juan Jesús Romero, ya ha experimentado las presentaciones, hoy le toca el camino.

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