Inmaculada Ruiz lleva tres días incomunicada en Villafranca (Córdoba), sin poder volver a su casa en la capital. La crecida de los numerosos riachuelos que circundan el pueblo obligaron el martes a cortar las carreteras y, desde entonces, Villafranca vive en un caos permanente. Sólo hay una vía abierta, en Puente Mocho, tan estrecha y sobre puentes tan afectados que no es recomendable el paso del tránsito rodado. "No podemos ni ir a la gasolinera -relata-, la gente se acerca a pie, con un bidón, a buscar lo que queda".
Tampoco hay suministro de bombonas y el frío arrecia al pie de Sierra Morena. Y como tampoco hay pan -"ni del congelado"-, los panaderos del pueblo buscan fórmulas para romper el cerco de agua y traer comida desde fuera. El problema es que sólo hay un tramo abierto en la A-4 por el que se tarda hora y media en hacer un recorrido que, de ordinario, no pasa de 25 minutos. Son ya casi 50 las casas desalojadas en la zona baja del municipio.
En Llanos de Sotillo (Jaén) la situación no mejora. En casa de Marcos Ramírez, el agua estancada le llega a la terraza, como ha visto tras dos días de desalojo. "Me subí toda la comida que pude, agua y papel higiénico, y todo se ha perdido", relata una vez restabledido el fluido eléctrico. Sus dos hijos, mellizos de cuatro años, son los que peor lo están pasando. "Tienen hasta el sueño cambiado". Calcula que todos sus muebles, "nuevos de cuando la boda", seis años atrás, "están destrozados". Sólo espera que las administraciones les ayuden en breve.
