Cultura

«Soy Maruja Torres y no voy a morir de hambre, pero la cosa está fatal»

Disfruta contando memorables episodios de redacciones atrapadas por el humo y la censura, tanto como los periodistas más jóvenes al soñar con una carrera como la suya. Maruja Torres (Barcelona, 1943) pasó por Sevilla con la promoción de su última y premiada novela, Esperadme en el cielo, sin poder resistirse a criticar duramente los tiempos difíciles que vive la prensa escrita.

el 16 sep 2009 / 03:53 h.

Disfruta contando memorables episodios de redacciones atrapadas por el humo y la censura, tanto como los periodistas más jóvenes al soñar con una carrera como la suya. Maruja Torres (Barcelona, 1943) pasó por Sevilla con la promoción de su última y premiada novela, Esperadme en el cielo, sin poder resistirse a criticar duramente los tiempos difíciles que vive la prensa escrita.

Se removía en la silla continuamente, con la vehemencia de la reportera que nunca verá la guerra desde la trinchera. Cumplidos los 65 y "jubilada" -"con mi sueldo habrán contratado ya a tres o cuatro", bromeaba-, Maruja Torres pasó por Sevilla sin poder abstraerse a la "negativa y más negativa" situación por la que atraviesa el mundo de la información. "Necesito tiempo, pero en cuanto vuelva a Beirut y me tranquilice, intentaré contar en un libro 'cómo se jodió el Perú', como diría Vargas Llosa", comenzó a disparar la escritora en referencia a la prensa escrita.

Asimismo, ofreció sus dos versiones sobre la situación actual del periodismo, una "negativa" y otra "más negativa". La primera, "superable", es fruto de "un cambio bestial" con la aparición de Internet -"los que se preparen podrán mutar de piel para poder seguir contando el mismo contenido en otro soporte"-. La "más negativa" es que la transición "costosa" la intenten gestionar "los mismos ejecutivos, porque nunca son periodistas, que se han cargado la prensa". Aquellos mismos que ya en los ochenta se dedicaron a la "ludopatía bursátil", según una nomenclatura particular de la autora.

"El periodismo no es una profesión en la que el talento pueda dejarse a un lado", como, según dijo, está ocurriendo ahora en las redacciones. Ella ha visto desfilar a muchos compañeros por delante. "Yo soy Maruja Torres y no me voy a morir de hambre, pero la cosa está fatal. No tienes barrera cuando tus amigos caen. ¿Quién va a pasar ahora la antorcha del conocimiento?", se preguntaba ante el estrepitoso descenso en la media de edad de las redacciones de periódicos.

Suma y sigue. "También se ha perdido el reporterismo serio. ¡Ya ninguna empresa te concede 15 días para irte a un sitio y trabajar sobre un tema, demonios!", y resopló, como queriendo cambiar el tercio, no sin antes hacer una advertencia: "Los periodistas existiremos siempre, como las putas, aunque los pianistas del burdel ya sobren".

Desahogada, pero ni vencida ni desarmada, Maruja Torres llegó sin embargo a Sevilla con la sonrisa ancha y el espíritu fortalecido que le ha proporcionado la lectura y publicación de Esperadme en el cielo, novela con la que ganó la última edición del Premio Nadal y que tiene a tres protagonistas de excepción: ella misma y los escritores Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán, "que tuvieron el mal gusto de morirse el mismo año". La "putada" (sic) es que "ahora no se están enterando de todo esto que está pasando", pensó en voz alta Maruja, que asegura que le siguen haciendo mucha falta "como amigos y como sostén".

Este libro, pues, fue una catarsis que le ayudó a salir de la "mala racha" personal que atravesó tras la pérdida de sus compañeros. "Cambié el mango de la maleta por el mando de la tele y el sofá", relató la autora, que, en una de sus muchas batallitas relatadas, también quiso recordar cómo conoció a Terenci y Montalbán. "Con el entonces llamado Ramón Moix me organizaron una cita a ciegas. A Manolo lo conocí en un ascensor cuando ya era su lectora y una rendida fan".

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