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Televisión en tiempos revueltos

Al compás de Begin the beguine se despidieron paradógicamente los Alcántara el pasado jueves...

el 04 feb 2012 / 14:05 h.

Al compás de Begin the beguine se despidieron paradógicamente los Alcántara el pasado jueves. Tras haber superado Mercedes un cáncer, y dejando a Antonio y a sus hijos con una vida próspera, mientras la crisis se ceba con la sociedad de los albores de los 80 en plena decadencia de la UCD y auge del PSOE, la serie Cuéntame cómo pasó, protagonizada por Imanol Arias y Ana Duato, decía adiós esta temporada con contenidos abiertos para desarrollar en la próxima.

¿La próxima?

Durante más de diez años, los televidentes han cogido cariño a esta familia que nos narra, con una mezcla perfecta de macrohistoria y microhistoria, mezclando imágenes reales con ficticias, los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. La cercanía de los personajes -el buen trabajo de todo el equipo, entre los que cabría destacar a actores, guionistas y documentalistas- ha sido la clave del éxito de esta serie del Grupo Ganga, que arrancó valientemente en RTVE en septiembre de 2001 y que se ha mantenido en parrilla contra viento y marea durante 13 temporadas.

De nada servía la contraprogramación.

Gran Hermano y Acorralados han capitaneado el barco de la competencia brillantemente cada jueves, sin lograr imponerse en prime time a los Alcántara. Pero cuando más obvio es que las cadenas privadas no son capaces de hundir este buque insignia de la televisión nacional -ni tan siquiera de dejarlo tocado-, el Gobierno -de nuevo otra paradoja- puede atracarlo en dique seco.


El pasado miércoles, el consejo de administración puso sobre la mesa la posibilidad de suspender la emisión de nuevos capítulos o no renovar los contratos de rodaje de Cuéntame como pasó, Águila Roja o Amar en tiempos revueltos, aunque finalmente decidió por unanimidad esperar a marzo para tomar esta decisión y mantener de momento la programación prevista con vistas a nuevas negociaciones con el Gobierno.


200 millones de euros menos son el quid de la cuestión. De los 550 millones que percibía RTVE del Gobierno, ahora sólo ingresará 345 en sus arcas. Los directivos de la cadena nacional esperan que el Estado, al menos, acepte devolverles el importe del IVA (120 millones). Ante este panorama económico, no han dejado de manifestar sus quejas, incluso han sugerido que vuelvan los ingresos publicitarios , pero todo ha sido rechazado por el Gobierno de Rajoy. Las cifras son las que son, y la crisis no permite un presupuesto mayor.

Vistas como están las cosas, la solución, según la cadena, no es otra que quitar de parrilla lo más caro. Y lo más caro son las series. Pero también lo que precisamente mayor pico de audiencia dan. Las emisiones de mayor audiencia en enero, por no ir más para atrás en el tiempo, fueron tres capítulos de la serie Águila Roja de los días 9 (5.937.000 espectadores), 16 (6.163.000) y 23 (6.123.000) de enero y el capítulo de la serie Cuéntame como pasó ofrecido el 26 de enero, que fue seguido por 5.117.000 espectadores de media. Pero sin ir más lejos, un total de 9.083.000 personas acompañaron la noche del jueves, en algún momento, al último episodio de la temporada, que fue lo más visto del día, y lo más seguido del horario estelar y su franja horaria. Seis millones de españoles vieron el minuto de oro, por lo que prefirieron estar más pendientes de la recuperación de Mercedes que de la entrada en la casa de Guadalix de Arístides Alonso, el concursante que ha pagado 69.100 euros por participar en Gran Hermano.

Por su parte, el maestro Gonzalo Montalvo y espadachín enmascarado de Águila Roja y los anacronismos de la serie -que se ejecutan queriendo o sin querer, pero que han enganchado al espectador- también se encuentran en la cuerda floja. Las aventuras que nos narra esta ficción de Globomedia están ambientadas en el siglo XVII. Tras cuatro temporadas vistas tanto en La 1 como en Clan TV, la serie se despidió el pasado lunes avanzando en su último capítulo las imágenes de la quinta temporada que cuenta con la participación de Loles León. Pero claro, hasta el miércoles no se reunía el consejo y esto no supieron o no quisieron preverlo.

Importante número de seguidores tiene también Amar en tiempos revueltos. La serie, que compite con gran éxito en la misma franja que Sálvame diario y que centra su atención en la vida cotidiana de la España de la postguerra, acababa también esta semana. Y aunque los nuevos episodios, previstos para emitirse desde el próximo lunes, se van a mantener, después podría correr la misma suerte que las producciones anteriores.

El caso es que, tras lo que se ha difundido extraoficialmente, las cadenas y las productoras no han querido manifestarse al respecto. Tienen firmado un contrato en exclusividad con RTVE, luego si dejaran de emitirse estas producciones no podrían emigrar a otras cadenas con las nuevas temporadas. El coste de cada capítulo, entre los 600.000 y los 700.000 euros, supone un lastre económico que no compensa el que sean líderes de audiencia. Fuentes del consejo han manifestado que como estas series no computan hasta que no se emiten -si no salen a antena no se pagan-, dejarlas en stand by, crionizadas, hasta 2013 es la mejor solución. Aunque no la única.

Tampoco se estrenará nada en 2012. La serie Isabel, que cuenta la historia de Isabel la Católica desde que nace hasta su coronación, y que estaba previsto que se estrenara el pasado 30 de enero, ni aparece en previsiones ni se habla de ella a estas alturas.
RTVE ha anunciado también otras medidas de ahorro. El programa de humor de José Mota, el cine y el deporte podrían ser las siguientes víctimas . Luego los estrenos del celuloide y la Champions corren serio peligro. Sobre esta última, la corporación paga 35 millones de euros por cada temporada hasta 2015.

Amén de todo esto, ni que decir tiene que los sueldos de consejeros, directivos, presentadores o tertulianos se verán mermados. Es más, tienen previsto renegociar con proveedores, estudian dejar o alquilar algunos de los canales de la cadena y adelgazar la estructura directiva, pero estas medidas pueden suponer sólo unos millones de ahorro. Ahorro que, si no son suficientes, podrían afectar a la plantilla.

Ante esta situación, cabría plantearse qué le queda al espectador en la televisión nacional. Es probable que las ausencias se llenen con repeticiones de estas ficciones o con programas de bajo coste. Pero sin series de calidad, películas de relevancia o apuestas deportivas de alto nivel, muchos apuntan a una "televisión residual" que no será competitiva con la privada ni tendrá imagen en el extranjero. Consideran que si no hay voluntad política, es el pez que se muerde la cola. A mala calidad, menos audiencia.

Consecuencia: la existencia a debate.

Sin embargo, ¿hasta qué punto son medidas aplicables o sólo amenazas para envalentonar al espectador a que se pronuncie, presionando de este modo al Estado? El no sabe no contesta por parte de RTVE y de las productoras afectadas da qué pensar. La noticia se ha filtrado desde fuentes vagas sin nombres ni apellidos que son conscientes de lo que puede hacer pupa en un público que ha demostrado que no tiene dudas sobre lo que quiere. Pero en espera de cómo éste decida pronunciarse, Hacienda ya ha respondido con una investigación sobre posibles anomalías en los contratos de series y programas.

La televisión nacional está en tela de juicio. Y si bien es cierto que Siempre amanece, como titulaba Cuéntame su ¿último? episodio, y haciendo honor a la paradoja que ya apuntábamos, hoy sólo cabe esperar a ver qué nos traen los idus de marzo.

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