Cultura

¡Triana, triana!: Que la saquen en procesion por Triana

el 09 abr 2010 / 18:50 h.

Triana no es ni la sombra de lo que fue hace muchas décadas, si hablamos de flamenco, pero hay artistas del célebre arrabal sevillano en todo el mundo. La bailaora Milagros Mengíbar y el cantaor Paco Taranto siguen en Sevilla, y son dos destacados representantes del arte trianero. Los dos están demasiado olvidados, y uno se pregunta, aunque haya crisis: ¿estamos locos, acaso? ¿Cómo pueden estar tan olvidados estos dos grandes artistas? Cosas del cambio climático, según Rodríguez Zapatero.

Paco Taranto no ha tenido nunca una gran voz, canta con la voz picuda y lleva treinta años con el mismo repertorio. Por eso lo borda. Hacía mucho tiempo que no lo escuchábamos y disfrutamos mucho –a pesar de sus limitaciones físicas, de un sonido pésimo y de no entenderse bien con el guitarrista Postigo– con sus soleares del Zurraque y apolás, sus alegrías tan singulares, las tarantas marcheneras y sus canciones por bulerías. Alargó demasiado su actuación pero nos metió en el cuerpo una manera muy flamenca y trianera de hacer el cante con sabor, que lamentablemente se nos va yendo.

También se esfuma esa escuela sevillana de baile de la que tanto se ha escrito y hablado y que hoy representan muy pocas bailaoras, entre ellas Milagros Mengíbar. Lo siento, pero nunca la voy a criticar. Sé que hay gente que quiere que la machaque aunque sea una vez antes de jubilarme, pero mientras siga bailando como lo hace, que es para sacarla en procesión por Triana –ando regular del lumbago, pero aquí hay un costalero–, seguiré quitándome el sombrero y diciéndole ¡viva la madre que te parió!

Baila siempre lo mismo, pero cada vez que la veo descubro cosas nuevas en ella. Me ocurre igual que cuando escucho cantar a Tomás Pavón o tocar la guitarra al Niño Ricardo. Se llama arte, así que no le den más vueltas. Y el arte, aunque ella lo enseñe en la escuela sevillana de una norteamericana, es algo que te pega tu madre a la piel cuando te pare. Es algo que no se puede enseñar.

La bailaora bordó una petenera con la ayuda de dos grandes cantaores como son Manolo Sevilla y Juan Reina, y de la Sinfónica del Tiro de Línea, o sea, del guitarrista sevillano Rafael Rodríguez.

Y se trajo toda la sal de Cádiz en unas alegrías que, además, sabían a camarones frescos y albures fritos en el Altozano. Otro día a lo mejor la pulverizo, pero el jueves bailó de dulce. Me lo pone muy difícil esta mujer...

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