Calles convertidas en ríos, centenares de viviendas desalojadas, lodo y barro. Un panorama desolador al que se han tenido que acostumbrar por fuerza los vecinos de Écija, que todavía temen lo que pueda llegar en los primeros días de enero. Si se cumple el compromiso de la Junta de Andalucía y en enero de 2011 está completa la limpieza del arroyo Argamasilla estarán un poco más a salvo. Pero sólo un poco, porque la amenaza no desaparecerá en esta ciudad, la más afectada por las inundaciones en 2010, hasta que se complete el encauzamiento del arroyo, al que le queda otro año de trabajo para unas obras cifradas en unos 30 millones de euros.
Será la segunda gran defensa que se construya en Écija tras las obras en torno al río Genil acometidas a finales de los años 90 del siglo pasado, precisamente tras la inundación de 1997 que anegó prácticamente toda la conocida como Ciudad del Sol. Esas defensas impidieron de hecho que, con la cota histórica alcanzada por el Genil el pasado 7 de diciembre (7,37 metros de altura) y el doble de caudal de agua, sus efectos fueran menores que 13 años antes.
Pero poco consuelo fue para los habitantes de este municipio -que con más de un millar de viviendas anegadas, un polígono muy afectado y los campos convertidos en barrizales cifró en 18 millones de euros los daños de esta primera crecida- si apenas dos semanas después, cuando todavía evaluaba los daños, sufrió otra inundación (de menores consecuencias) e incluso una tercera y una cuarta un par de días más tarde.
La gravedad del problema llevó a desplegar más de 300 efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) en el municipio, además de Guardia Civil, Bomberos, Policía Local, Policía Nacional y Protección Civil.
Menos virulentas fueron las consecuencias sobre Lora del Río, la segunda gran perjudicada por estos motivos en la provincia de Sevilla, tanto en diciembre como el pasado mes de febrero, en ambos casos con las mismas 155 viviendas desalojadas por las avenidas.
Pero pese a ser estos los temporales más fuertes del año, no fueron los únicos momentos de desastres provocados por una naturaleza implacable con la provincia. El pasado 17 de agosto una tormenta inundó varios pueblos de la comarca del Aljarafe y afectó también a otros dos puntos de la provincia muy separados entre sí: Los Palacios y Villafranca (en el Bajo Guadalquivir) y Algámitas (en la Sierra Sur). Se registraron decenas de incidencias en el servicio de emergencias del 112 en Benacazón, Mairena del Aljarafe, Sanlúcar la Mayor, Tomares, Gines, Villanueva del Ariscal, Espartinas y Castilleja de la Cuesta.
Justo un mes después, el pasado 17 de septiembre, otra tromba convirtió en un río la calle la Mina de Alcalá de Guadaíra, en un temporal que se cebó sólo con este municipio e hizo a los vecinos rememorar la trágica situación de tres años antes, cuando dos mujeres fallecieron atrapadas tras una tormenta de granizo que anegó gran parte del casco antiguo.
Pero por si esto no fuera suficiente, hay que recordar otro gran susto provocado por el cielo en la provincia en 2010, concretamente en Carmona. El pasado 27 de noviembre el derrumbamiento de una ladera, debido también a las fuertes lluvias, provocó el arrastre de una decena de vehículos que estaban aparcados junto a un hotel y que precipitaron por una pendiente de unos 100 metros. Por fortuna, los coches estaban vacíos y no hubo que lamentar víctimas.