Cofradías

Un barrio que contagia su saber cofrade

El obispo auxiliar presidió la salida y dio la primera llamá del paso de palio

el 16 abr 2011 / 19:27 h.

Hay momentos en el mundo de las cofradías que son difíciles de narrar. Y es que nadie puede imaginar cómo es la hermandad de los Dolores de Torreblanca si no ha tenido la suerte de verla pasear por las calles de su barrio. Allí todo ocurre porque tiene que pasar. No obstante el Sábado de Pasión es la jornada esperada por todos para volver a ver al Cautivo haciendo extraordinario el día a día de los vecinos de Torreblanca.

Nadie se lo quería perder, ni siquiera el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, que acompañado por el delegado diocesano de hermandades era uno de los primeros en llegar al templo. Se le veía cercano, atento a la realidad que se mostraba ante sus ojos. Era consciente de la particularidad de una salida que es capaz de transformar la vida de un barrio. No estuvo solo. Con él llegaron también varios representantes del Consejo y los dos principales candidatos a la alcaldía de Sevilla, Juan Espadas y Juan Ignacio Zoido. La foto en Torreblanca vale demasiado.

Mientras en el templo, la vida seguía como si nada ocurriera. En el ambiente se percibía una cierta intranquilidad, fruto de que algo nuevo estaba a punto de nacer. En un lateral la diputada de penitentes organizaba su tramo. Uno a uno, nombre a nombre, iba colocándolos por orden antes de perderse en el anonimato de su antifaz. Eran casi una veintena de cruces que llevaban grabadas a fuego las peticiones de todo el barrio de Torreblanca que a esa hora, y a pesar de la calor que caía, se apostaba con sus mejores galas a la espera de ver al Cautivo.

Con todo preparado, Luis Miguel González, hermano mayor de estreno, pedía "la venia" al obispo auxiliar. Con el beneplácito de Gómez Sierra pronunciaba unas palabras que encendieron la devoción en el barrio: "Abre las puertas de la tierra y que salga por ellas el rey del cielo y su bendita madre". Una ovación cerrado en el interior del templo era la antesala de sus primeros nazarenos.

Pocos minutos después, el Cautivo exornado con lirios se aproximaba al dintel de la parroquia. Ya no había marcha atrás. El toque de corneta de la banda Virgen de los Reyes despertó un río de aplausos que en forma de devoción acompañó al "Señor de Torreblanca" -como lo llaman- hacia la plaza del Platanero. Allí sí que es verdaderamente necesaria la penitencia de sus hermanos y el trabajo de la corporación. Todo era como un rito. Casi una hora después, el obispo auxiliar llamaba por primera vez a un paso de palio en Sevilla. Con el toque del llamador la Virgen de los Dolores buscaba el sol que dorada la fachada de la calle Abedul. Estaba en la calle, había mujeres vestidas de mantilla. No hacía falta más, era el día más grande para un barrio de Torreblanca que vive por su hermandad.

  • 1