Rubén Castro no llega ante Queco Piña en la acción del 2-0.
La situación del Betis ha llegado a un punto tal que incluso decir o pedir que la gente haga piña para blindar el proyecto común del equipo y el ascenso se ve algo criticable o censurable desde sectores con el coeficiente intelectual de un mosquito. Aunque decir un mosquito, tal vez sería decir demasiado y faltar al respeto a estos ilustres moradores de charcas y marismas. Pero no queda otra, aunque desde hace meses se viene censurando la postura de apoyo total al equipo como… ‘loperismo’: hasta ese punto se ha llegado. Ni Don Ramón Sánchez-Pizjuán y Muñoz, en sus momentos de más poder y triunfo, hubiera sido capaz de diseñar un estado de cosas semejante para el Betis y su afición.Pero, si la gente del Betis no se une en torno al equipo, ‘su’ equipo, Mel y a sus jugadores canteranos, que van emergiendo como béticos brotes verdes, entonces, ¿qué es lo que queda? Seamos crudos. ¿Quién va a poner o invertir aquí el dinero que ahora hace falta, aunque Lopera se haya llevado o no los cuartos? ¿Es posible la apertura de más frentes internos, judiciales y sociales, bajo el fuego guerracivilista de varias minorías accionariales, todas carentes de recursos y proyecto serio? ¿Hay que cumplir los compromisos de pago con los jugadores, sí o no? Y, si hay que pagar, ¿quién paga? Preguntas bastante incorrectas políticamente: pero lo que vale dinero aquí, literalmente, no son las preguntas, sino las respuestas.
El resto son cortinas de humo para distraer a los cerebros de mosquito con cambios de nombre del campo, historietas judiciales o presidencias ficticias que van a durar tanto como un pastel en la puerta de Heliópolis. Lo importante para el Betis y los béticos debe ser consolidar y sostener el proyecto de ascenso de Mel, quien ya avisa: “Un jugador no puede jugar pendiente de la nómina”. Ayer se ganó, aunque fuese a la Ponferradina. Ahora mismo es lo único sólido en el Betis: el equipo de Mel y sus victorias.
