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Un camino lleno de desafíos

La elección de Dilma Rousseff como primera presidenta de Brasil consolida el proyecto político iniciado hace ocho años por Luiz Inácio Lula da Silva al tiempo que abre el interrogante sobre cómo manejará los hilos del poder una mandataria que carece de la capacidad de articulación de su padrino.

el 01 nov 2010 / 19:33 h.

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El presidente brasileño, Lula da Silva, hace el signo de la victoria junto a Dilma Rousseff, presidenta electa.
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Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), llegó a la Presidencia en su primera aventura electoral con la promesa de continuar la obra de Lula y, a partir del próximo 1 de enero, tendrá que mostrar que está capacitada para gobernar un país en el que el Ejecutivo está amarrado a un Congreso poderoso.

Su primer gran desafío será conseguir un acuerdo con los partidos de la alianza que la llevó al poder para repartirse en la próxima legislatura, que empieza el 1 de febrero, las presidencias del Senado y de la Cámara de Diputados, cargos codiciados.

Para fortuna de la presidenta electa, la oposición, que sale de estas elecciones mermada en el Legislativo, está fuera de cualquier aspiración directiva, pero tendrá que conciliar la ambición del PT con la de su principal aliado, el poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que aportó a la fórmula ganadora al vicepresidente electo Michel Temer.

El PMDB, que ha formado parte de todos los gobiernos brasileños desde el regreso de la democracia, en 1985, se caracteriza por su voracidad burocrática por lo que, para lograr un acuerdo, Rousseff tendrá que mostrar que heredó de Lula no sólo los más de 55 millones de votos que consiguió ayer sino algo de su capacidad negociadora.

En su primer discurso como presidenta electa, Rousseff agradeció a Lula y elogió su liderazgo, pero mostró que está lejos de emocionar a las masas con la pasión con la que lo hace el antiguo sindicalista.

Pero más allá de su personalidad adusta, la pregunta que todos los analistas se hacen es si su experiencia como ministra de Minas y Energía y de la Presidencia de Lula será suficiente para conciliar los intereses de su partido con los de sus aliados.

"Dilma no tiene experiencia en lidiar con tantos sectores e intereses como la propia coalición gubernamental, de diez partidos, y tendrá que mostrar juego de cintura para negociar con el PMDB, que va a cobrar el apoyo al Gobierno", dijo a Efe la analista María do Socorro Braga, de la Universidad Federal de Sao Carlos. Según la especialista, la tarea no será fácil puesto que el PT seguramente "no va a querer ceder espacio porque tiene la mayor bancada en la Cámara" y es ahí donde Rousseff tendrá que mostrar que es tan respetada como Lula dentro de su partido.

En la próxima legislatura el PT será la principal fuerza en la Cámara, donde tendrá 88 diputados, de un total de 513, mientras que el PMDB tendrá 79. En el Senado, que fue el mayor dolor de cabeza de Lula en sus ocho años, el PMDB tendrá 18 de los 81 escaños y el PT, 14.

Fuera de ese primer desafío político, la presidenta electa tendrá que mantener el rumbo de la economía en sus cuatro años de mandato y seguir con los programas sociales de Lula porque los brasileños votaron por esa continuidad, pero deberá cumplir ese compromiso sin deteriorar la situación fiscal del país. "Desde el punto de vista económico, el principal desafío será hacer con éxito en los dos primeros años de gobierno un ajuste en el gasto público de manera que sea posible reducir los intereses de manera sostenida", explicó el analista político Alberto Carlos Almeida, director del Instituto Análise y de Ipsos Public Affairs.

La reducción de los tipos, cuya tasa básica está en el 10,75% anual es fundamental para que el país pueda crecer al ritmo anual del 5,9% esperado durante los cuatro años del gobierno de Rousseff.

Otro desafío son las reformas tributaria, laboral y de la seguridad social para que el país pueda modernizar su estructura económica y ser más competitivo, pero eso es una tarea titánica que no pudieron acometer ni Lula ni su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, por las presiones de los sindicatos y la falta de voluntad del Congreso.

Tras conocer los resultados de las elecciones, Rousseff se comprometió a "honrar la confianza de los brasileños". Mientras que su contrincante, José Serra, anunció el "comienzo de la lucha" de los próximos cuatro años de oposición.

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