María Mercedes Corral nunca imaginó que aquel 19 de junio cuando volvía de tomar algo tras el trabajo, como muchos otros días, acabaría en los calabozos de Blas Infante. Ella iba en un vehículo, junto a otra persona por la avenida del Deporte, cuando la Policía Nacional le dio el alto. Ella asegura que nunca agredió a los agentes, a los que ha denunciado por pegarle y que acabaron llevándola a comisaría. Ella ha sido juzgada por un delito de atentado a la autoridad a un año de prisión. Ahora espera que su denuncia prospere y que la Audiencia rectifique el fallo.
"Aún me siento avergonzada", dice Mercedes al recordar aquel día. Ella vive en Torreblanca e iba de vuelta a casa por la avenida del Deporte, en Sevilla Este. "En ese momento vi un vehículo de la Policía que daba la vuelta y nos paró", tras lo que los agentes le pidieron la documentación y que "nos bajáramos del coche". Cuando iba a darle el DNI, el agente "me preguntó si llevaba droga y le dije que no, que ni consumo ni vendo ni nada". "Eso es lo que contáis todos, por lo que le pedí que me hablara con respeto", explica, pero la respuesta no fue respetuosa, por lo que le pidió el número de placa. La contestación del agente, según su relato, fue también fuera de lugar, "y por eso cogí el teléfono para llamar a la Policía porque no sabía qué hacer".
Según cuenta, fue entonces cuando el agente le arrebató el teléfono, "arañándome y golpeándome en el brazo, hasta me dio patadas". Ella pidió socorro, pero "cuando llegó el otro patrullero, me cogió y me metió dentro y vi como a mi acompañante se le llevaban en el otro coche". Tras pasar por un centro de salud, "porque al hospital no me quisieron llevar", la trasladaron hasta los calabozos de Blas Infante. "Nunca olvidaré ese lugar, me sentí tan humillada. Allí escuchaba gritos de otros detenidos y a mí no me dejaban ni ir al servicio, pese a que les dije que tengo un quiste que me obliga a ir al baño constantemente".
Ya por la mañana, tras toda la noche en el calabozo, fue trasladada al Juzgado de Guardia, cuyos calabozos "son aún peores, está todo sucio, eso es inhumano. Es una experiencia que nunca olvidaré por los avergonzada y lo mal que me sentí. Hasta me dieron ataques de asma, pero el ventolín que llevaba en el bolso me lo habían tirado", asegura. Allí, llegó mi abogado de oficio, negando que ella pegara a los policías. "Tengo las manos hinchadas y varias enfermedades, no tengo fuerza para pegarle a un hombre grande", indica. Fue puesta en libertad, junto a su acompañante y citada a juicio el 9 de julio.
Tras la vista, fue condenada a un año de prisión por un delito de atentado a agente de la autoridad y a una multa de 180 euros por un delito de lesiones. Además, tendrá que indemnizar a uno de los agentes con 120 euros. Según la sentencia, los agentes dieron el alto al vehículo porque "circulaba a gran velocidad", intentando "realizar una maniobra evasiva al advertir la presencia de la Policía". La jueza considera que Mercedes "mostró una actitud violenta y agresiva hacia los agentes, amenzándoles con llamar a la prensa y llegando a lanzarse contra uno de los agentes al que agarró fuertemente del brazo, causándole arañazos". Además, añade que le dio una "patada en la mano" cuando intentó reducirlo y que "no quedó suficientemente acreditada" la participación de la otra persona que iba en el vehículo en ese momento.
Mercedes insiste que es "inocente" y que se siente "completamente desprotegida", porque incluso ha acudido al Defensor del Pueblo Andaluz, "pero nadie me ayuda. Ella asegura que a sus 44 años se gana la vida "honradamente" para sacar adelante a dos hijos. Ahora va a recurrir la sentencia ante la Audiencia Provincial y espera que su denuncia, "de la que aún no se nada", prospere. "Ya tengo hasta miedo cuando veo un patrullero", afirma.
