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Un desencuentro peligroso

Impresionante era el enfado que Francisco Chaparro traía desde Valencia después de perder por cuarta vez en lo que va de temporada con el equipo levantino. Había cabreo con el árbitro y con lo realizado en la primera parte en Mestalla.

el 15 sep 2009 / 00:00 h.

Impresionante era el enfado que Francisco Chaparro traía desde Valencia después de perder por cuarta vez en lo que va de temporada con el equipo levantino. Había cabreo con el árbitro, sí, pero sobre todo con lo realizado en la primera parte en Mestalla.

Suele ser Chaparro un técnico que estudia a la perfección a los rivales. Por eso, el cuerpo técnico tenía claro que uno de los principales peligros del Valencia pasa por disponer de espacios libres para ejecutar el juego al contragolpe. Una contra basada en la velocidad de Villa al espacio y asentada en las diagonales que pudiesen realizar luego tanto Joaquín como Silva. Por eso a lo largo de toda la semana se ensayó cómo parar ese juego a la contra del Valencia, y la primera premisa era la de no jugar con una defensa adelantada y evitar el terreno libre a las correrías de Villa.

Los aspavientos de Chaparro en el palco durante la primera mitad fueron continuos cuando contempló desde el minuto uno que el equipo decidió, y nadie sabe muy bien por qué, que se jugara con la línea de defensa muy adelantada. Inexplicablemente, y seguramente de forma involuntaria, los jugadores verdiblancos no siguieron las instrucciones que dio el entrenador durante la semana y minutos antes del encuentro. Quizás pudo influir que el propio Chaparro no estuviera en el banquillo, pero lo cierto es que el Betis recibió dos goles en 30 minutos en dos contras del Valencia. Y pudo ser mucho peor si Ricardo no le hace un paradón a Joaquín cuando el partido no había hecho sino empezar. Poco antes del final del primer tiempo, Chaparro abandonaba el palco en busca del vestuario. Su indignación era patente.

Bronca al descanso. Quienes conocen bien a Paco Chaparro han estado observando con cierto asombro su aplomo y moderación en esta etapa como entrenador del Real Betis. Salvo una rueda de prensa en la que despotricó contra la afición, la vehemencia de Chaparro había pasado a mejor vida. Hasta el pasado domingo.

Las paredes del vestuario de Mestalla retumbaron con las voces que Chaparro le dio a sus jugadores por no seguir sus órdenes previas al encuentro, sobre todo en relación a la colocación de la línea defensiva del equipo. Todos los jugadores permanecieron en silencio ante la bronca que les echó el entrenador, quien también reconoció su error inicial al alinear algunos jugadores, caso de José Mari, que no están ni en el plano físico ni en el mental para ser competitivos.

Otro de los cambios que ordenó Chaparro fue situar a Álex Ortiz como defensa central por la parte izquierda, con Juanito por la derecha, y lo cierto es que el Betis mejoró en defensa en la segunda mitad.

"Si salimos como en Valencia, el Madrid nos mete siete". Era el comentario que se repetía en el viaje de regreso de la expedición verdiblanca desde tierras levantinas. Ahora hay una semana entera de entrenamientos para trabajar y corregir los muchos errores que tiene este equipo. El trío arbitral perjudicó, y mucho, pero la autocrítica es fundamental para el futuro del Betis.

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