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Un día para archivar

ElArchivo de Indias abrió ayer sus sótanos y sus cubiertas para que el público conozca esta otra faceta del edificio

el 09 jun 2014 / 23:54 h.

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Ayer algunos afortunados contemplaron Sevilla desde las alturas. Con motivo de los actos programados por el Día Internacional de los Archivos, las cubiertas y los sótanos del Archivo de Indias se abrieron ayer al público que así lo solicitó previamente, redescubriendo desde un punto de vista muy diferente esta institución cultural. Las visitas se realizaron entre las 9.00 y las 15.00 horas. Los aventureros que se atrevieron a encaramarse a lo más alto de este edificio, o a bajar a sus entrañas, contaron con la ayuda de unos guías muy especiales, los propios funcionarios del Archivo, que se ocuparon de contar la historia del recinto que atesora una de las colecciones de documentos históricos más relevantes y consultadas del mundo. En grupos de 15 personas, y de forma gratuita, particulares, escolares, asociaciones y todo tipo de visitantes pudieron disfrutar del horizonte de Sevilla desde lo alto delArchivo General de Indias. Entre otros tesoros, en la visita a los sótanos se mostró a los visitantes los orígenes constructivos del edificio de la antigua Lonja.Allí se conservan los restos de una torre almohade descubierta durante la última reforma llevada a cabo en el edificio. El inmueble que hoy alberga el Archivo fue construido para alojar el cada vez mayor número de comerciantes que, reunidos en torno a la Universidad de Mercaderes primero y tras 1546 constituidos como consulado, necesitaban un espacio propio para celebrar sus tratos y resolver sus pleitos. El conflicto generado entre el cabildo de la catedral y los mercaderes por la ocupación de los espacios sagrados de la catedral para menesteres tan poco piadosos como los que guiaban a los comerciantes dio el definitivo empuje para que en 1583 comenzaran las obras de construcción de la Lonja de Mercaderes. El arquitecto real, Juan de Herrera, fue el encargado del diseño de un edificio cuya construcción se prolongó hasta 1646. A cargo de las obras estuvieron varios prestigiosos arquitectos como Juan de Minjares, Alonso de Vandelvira y Miguel de Zumárraga quienes, sobre todo este último, alteraron algunas de las ideas del proyecto original al introducir elementos innovadores en su construcción, como el abovedamiento de la planta superior, para aligerar la habitual solución herreriana de techo a dos aguas, más pesada y que presentaba un mayor riesgo de incendio. La segunda mitad del siglo XVII trajo consigo la decadencia política y comercial del imperio español que, inevitablemente, debía causar contraste con la reciente finalización de las obras de la lonja. En 1717 la sede del comercio ultramarino se traslada a Cádiz, quedando en Sevilla únicamente una Diputación de Comercio. La infrautilización del edificio fue tan manifiesta que llegaron a habilitarse viviendas particulares en su interior mientras que la institución que promovió su construcción.

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