Economía

Un diálogo salpicado de reproches

Ayer fue el día de la resaca. La ruptura del diálogo social, certificada por el jefe del Gobierno señalando directamente con el dedo a Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal CEOE, no ha hecho sino caldear aún más los ánimos y propiciar los reproches entre las partes. Y, en medio, una negociación que debía haberse cerrado en estas fechas.

el 16 sep 2009 / 06:14 h.

Ayer fue el día de la resaca. La ruptura del diálogo social, certificada por el jefe del Gobierno señalando directamente con el dedo a Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal CEOE, no ha hecho sino caldear aún más los ánimos y propiciar los reproches entre las partes. Y, en medio, una negociación que debía haberse cerrado en estas fechas.

El mismo día que la Encuesta de Población Activa (EPA) arrojaba una tasa de paro del 17,9%, con más de 4,13 millones de españoles sin trabajo, el diálogo social saltaba por los aires. El Gobierno, en boca del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, daba por finiquitado el proceso tras constatar que la patronal mantenía unas propuestas "inasumibles" sobre la mesa.

Ni la cena con éste como mediador ni las cesiones desde las primeros planteamientos del Ejecutivo han servido de nada. Zapatero descargó todas las culpas en el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, por haber aniquilado el proceso y haber intentado llevar a España "muchos años atrás".

Y éste se defendió y contraatacó al acusar al Ministerio de Trabajo de mentir, porque, aseguró en declaraciones a Onda Cero, la CEOE nunca ha pedido el despido libre ni que los trabajadores pierdan la protección judicial en un despido. "Es falso, absolutamente falso lo que ha dicho el Ministerio de Trabajo".

También es falso -ahondó- que la CEOE quiera "poner en peligro las pensiones", ante su exigencia de rebajar las cotizaciones sociales en cinco puntos (con un coste de 15.000 millones), y apostilló que éstas "están en peligro mientras tengamos muchos parados, porque no cotizan a la Seguridad Social".

Explicó que el "problema" de la negociación es que las "líneas rojas" marcadas las han impuesto las organizaciones sindicales. "Tenemos la sospecha de que el presidente del Gobierno está influenciado por los sindicatos", declaró, defendiéndose así de las críticas recibidas por una supuesta influencia del PP en el cambio de postura mostrado en las últimas reuniones. Y es que la patronal volvió a poner sobre la mesa la reforma laboral, cuestión que, según CCOO y UGT, se había desterrado de las negociaciones.

El presidente de la CEOE aseveró que ha sido el Gobierno el que se ha levantado de la mesa del diálogo social y no la patronal, y anunció que propondrá al consejo directivo que en septiembre se vuelva a convocar a las partes para intentar retomar la negociación.

El vicepresidente de la organización, Arturo Fernández, aseguró que la CEOE estará "encantada" de hacerlo, si bien emplazó al Gobierno a mover ficha. "En las manos del Ejecutivo está, es el que ha roto el diálogo y estaremos a la espera de qué quiere hacer. Si vuelve a llamarnos estaremos encantados de volver a sentarnos en esa mesa", indicó.

Fernández calificó de "desmesurada y extraña" la reacción de Zapatero de dar por rotas las negociaciones. "Las relaciones del Ejecutivo y de los sindicatos con la CEOE han sido siempre buenas, fluidas y abiertas. No entendemos cómo hemos pasado de cero a cien en unas horas".

Sin embargo, el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, no cree que "la actitud de los dirigentes de la patronal vaya a cambiar en septiembre". Señaló a la Cadena Ser que su actitud "no respondía a la confianza que la mayoría de los empresarios tenían depositada en este acuerdo".

En esa línea, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, defendió que el Gobierno debe "velar" por la protección de los trabajadores y la "buena salud" de las cuentas de la Seguridad Social, y afirmó que la ruptura no es por culpa del Ejecutivo. Si no ha habido acuerdo, "no es por responsabilidad del Gobierno".

En defensa de Díaz Ferrán, también salió otro vicepresidente de la CEOE, Gonzalo Pascual, que afirmó que Zapatero tuvo una reacción "más violenta de lo normal" ante estas propuestas, que consideró malinterpretadas por el Ejecutivo.

Mientras, el vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, aseguró que España no puede permitirse que el presidente del Gobierno sea un "sindicalista irredento" que se ha presentado como un "auténtico enemigo de los empresarios".

El único que pareció ayer satisfecho con la ruptura fue el coordinador de IU, Cayo Lara. "Bienvenida sea", dijo, porque no se puede ceder al "chantaje" de la CEOE, a la que vinculó más con los intereses políticos del PP que con los económicos de las pymes.

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