La muerte ayer de José María Cuevas concitó ayer la unanimidad de la clase política y de los agentes sociales en torno a la figura de este directivo que dirigió durante veinte años la patronal española de empresarios. Las referencias elogiosas fueron más allá de la pura cortesía y respeto por la persona que acaba de fallecer y constituye una prueba fehaciente del papel tan sustancial que jugó Cuevas en el tablero laboral español. Ayer, casi todos destacaron su firmeza, pero también su carácter afable y sobre todo, su capacidad innata para la negociación, un perfil humano que facilitó la posibilidad de acuerdos sociales con los sindicatos claves para el desarrollo socioeconómico del que ha disfrtado España en estas dos últimas décadas. Con Cuevas desaparece un dirigente de gran peso específico y, con seguridad, uno de los referentes más claros de la transición en este país.
