Deportes

Un forjador de segundas oportunidades

Antonio Fernández 'El Bigotes' lleva media vida ayudando a jóvenes con problemas a través del boxeo. (VÍDEO)

el 07 nov 2014 / 17:28 h.

La vida de Antonio Fernández ha sido como una carrera de obstáculos. Tras muchas zancadillas y algún que otro tropiezo propio, el Bigotes, como lo conoce todo el mundo, siempre consiguió levantarse y tirar hacia adelante. Sus experiencias le han servido para crecer como persona y para sacar cosas de ellas. Él mejor que nadie sabe qué es pasarlo mal y desde hace muchos años trabaja a destajo, haciendo todo lo que está en su mano, para ayudar a todo el que lo necesita. El Bigotes se aferró al boxeo cuando la vida no le sonreía y gracias a ese noble deporte ha puesto luz en el túnel en el que estaban inmersos muchos jóvenes de Sevilla. Su impresionante labor social, que realiza de forma altruista, no ha sido reconocida por las instituciones, pero sí entre todo aquel que alguna vez se ha preocupado por lo que hace cada jornada. Su vida y sus obras han sido llevadas a la gran pantalla. Durante 18 meses, el director Álvaro Torrellas grabó el día a día de este filántropo sevillano. Ese trabajo ve ahora la luz bajo el título de 3 Minutos, un film avalado por Canal + y que se proyectará en la presente edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla. El boxeo se cruzó en su vida siendo muy joven. Harto de recibir palos, se apuntó a una escuela que tenía el Real Betis Balompié y cada día acudía a entrenar desde la Puerta Osario a Heliópolis corriendo. Este deporte le enganchó para siempre y le ha servido de refugio cuando las curvas llegaron en su vida. Levantó cabeza y desde entonces lleva casi 30 años dedicando su tiempo a los demás. “Yo empecé a ayudarme a mí mismo, pero pronto vi que había gente en peores condiciones”, confiesa el Bigotes. Su naturaleza de buena persona la lleva en los genes. Su padre fue oficial de la Cruz Roja y él pronto siguió sus pasos en esa institución de forma desinteresada. Su presente va por los mismos derroteros. El boxeo sigue siendo un referente en su vida y lo usa para dar rienda suelta a su solidaridad. Gracias a este deporte ha rescatado a multitud de jóvenes que se habían equivocado de camino. “Todo el mundo merece una segunda oportunidad”, asegura. En la actualidad tiene a unos 40 alumnos a su cargo y no sabe cuantificar cuántos han pasado por sus manos en los últimos años. Les da cobijo durante un par de horas en un pequeño gimnasio del Tiro de Línea que cuenta con un humilde ring en el que el Bigotes imparte sus lecciones. Sus vivencias le han convertido en un auténtico psicólogo. Sabe qué hacer y qué decir ante cada caso que se le presenta aunque afirma que “en la mayoría de las situaciones tan sólo hace falta escuchar a las personas”. Su especial talante le hace ganarse el respeto de todo aquel que llama a su puerta. Dice que detrás de toda persona conflictiva “hay un fondo de nobleza que aflora cuando supera un complejo de inferioridad que suele ser la causa de todos los males”. Es consciente de que gracias al boxeo, los jóvenes con problemas los aparcan durante unas horas y además ganan en confianza al sentirse realizados practicando deporte. No le hace falta ningún título universitario para llegar a los problemas de la gente y ganarse su confianza: “Tengo la carrera de la vida que no es poco”, comenta orgulloso. El Bigotes dice que llegará hasta el final de sus días trabajando y ayudando al prójimo. La película en la que ha quedado plasmado su quehacer diario servirá de altavoz para la importante labor que realiza. Sin embargo, espera pocos beneficios al respecto. A día de hoy no recibe ayudas ni de intituciones privadas ni de públicas sea cual sea el color. Antonio Fernández no le debe nada a nadie, por eso duerme cada noche con la conciencia tranquila. La vida hay que tomársela como un deporte y afrontarla cada día con afán de superación. Esa es la filosofía de este filántropo de Rochelambert que da la cara detrás de un gran bigote.

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