Cultura

Un guiño contestatario

Juan Cavestany sitúa esta nueva versión del clásico shakesperiano en Galicia, donde la democracia se rige por un sistema clientelista.

el 26 oct 2014 / 19:07 h.

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macbez-308x219Los Mácbez *** Lugar: Teatro Central 25 de octubre. Compañía: UTE/Centro Dramático Nacional. Autor: W. Shakespeare. Adaptación: Juan Cavestany. Dirección: Andrés Lima. Intérpretes: Javier Gutierrez, Carmen Machi, Rebeca Montero, Rulo Pardo, Laura Galán, Chema Adeva, Jesús Barranco Las ansías de poder y la ambición desmedida pueden desembocar en una espiral trágica de destrucción. Es lo que plantea Shakespeare en Macbeht, una tragedia en la que la traición se da la mano con la superstición. Juan Cavestany sitúa esta nueva versión del clásico shakesperiano en Galicia, donde la democracia se rige por un sistema clientelista, más o menos soterrado, y las meigas aunque nadie las vea, “haberlas hailas”. En ese sentido se trata de todo un acierto emplazar allí la historia a la hora de contextualizarla. Claro que, tal y como Cavestany ha resuelto la dramaturgia, dicha contextualización no pasa de ser un mero un guiño contestatario. Y es que, salvo los nombres de los personajes secundarios y los lugares en los que se desarrolla la acción, todo lo demás es absolutamente fiel al original. De esa manera, la obra nos traslada a un tiempo en el que las intrigas palaciegas podían desembocar en el asesinato y la tiranía. Por desgracia todavía quedan tiranos en el mundo y es cierto que hay demasiada corrupción entre nuestros políticos. Pero por suerte o por desgracia ya no tienen que matar a sus adversarios para desbancarlos. Por otra parte en la obra el destino trágico de los gobernantes no viene dado por la codicia, sino por los sentimientos de culpa, y según lo que vemos cada día eso no afecta a nuestros políticos lo más mínimo. No obstante, Andrés Lima ha tenido el acierto de elaborar una puesta en escena contemporánea que imprime un ritmo fluido, aunque abusa de la duración. La escenografía se resuelve con tres sillas de diseño, una plataforma y unas cuantas puertas. Con estos sencillos elementos, junto con la fantástica iluminación de Valentín Álvarez, el exquisito vestuario de Beatriz San Juan y el impactante espacio sonoro de Nick Powell, Lima consigue dotar a al espacio escénico de una atmósfera de inquietud y extrañamiento que se funde con los sentimientos de los personajes. Aunque lo que más destaca es el trabajo actoral, para el que cuenta con un soberbio reparto. Carmen Machi borda, tanto la perversión, como la locura de la señora Macbez; Laura Galán y Rebeca Montero hacen gala de auténtica versatilidad dando una vida distinta a cada uno de los diferentes personajes, que abordan con un acento gallego bastante auténtico; al igual que Chema Adeva y Jesús Barranco en cuyas máscaras se refleja el cinismo y la perfidia. Sin embargo Rulo Pardo, en su empeño por perfilar la debilidad de su personaje no acaba de resultar verosímil y Javier Gutiérrez, a pesar de rozar la genialidad algunos momentos, no acaba de transmitir la complejidad y el dramatismo de su personaje.

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