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Un indulto que ya está en la historia

Un azulejo colocado en el corral de manifiesto recordará el perdón de la vida de ‘Arrojado' oficiado por José María Manzanares.

el 30 mar 2012 / 09:28 h.

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Todos los protagonistas, desde el ganadero hasta el diestro, estuvieron presentes en el estreno del azulejo.

Arrojado, de la ganadería de los Núñez del Cuvillo, ya forma parte de la mejor historia de la plaza de la Real Maestranza. Su bravura, enhebrada con el toreo de un inspirado José María Manzanares, hicieron posible el milagro y brindaron una de las mayores apoteosis que se recuerdan en el inmenso ruedo del Baratillo. Ya lo saben. Fue el pasado año en una tarde que rompió en dos la última Feria y se convirtió en uno de los sucesos de la temporada, de muchas temporadas.

Desde ayer mismo, un azulejo descubierto en el corral de manifiesto de la plaza recuerda la efeméride. Para estrenarlo estuvieron todos los protagonistas que contribuyeron a levantar aquel hito: los ganaderos Joaquín Núñez del Cuvillo y su hijo y actual responsable de la vacada, Álvaro Núñez Benjumea; y por supuesto el diestro alicantino amparado por Chocolate, Barroso, Curro Javier, Trujillo y Blázquez, su cuadrilla de oro. También estaba Julián Salguero, el presidente, que no dudó en sacar el pañuelo naranja que inmortalizaba al animal; y no faltó Eduardo Canorea, el empresario que juntó a todos aquellos actores en ese irrepetible 30 de abril que ya es historia del toreo.

Descubierto el azulejo -pintado y cocido en Triana, por supuesto- el ganadero Joaquín Núñez del Cuvillo destacó la decisión del presidente que hizo posible el perdón de la vida de Arrojado: "que se animen otros presidentes", dijo el veterano criador, recalcando: "Tenemos que darnos cuenta del valor del indulto para la crianza del toro bravo". Como no podía ser menos, Joaquín no dejó de referirse a Manzanares, oficiante de aquella faena inexplicable que inmortalizó a su pupilo, reconociendo que "el toro puede ser como sea pero si el torero no hubiera sacado a relucir su fondo no estaríamos hablando aquí ahora mismo".

En ausencia del marqués de Puebla de Cazalla, teniente de la Real Maestranza, fue Santiago de León y Domecq, fiscal de la corporación nobiliaria, el que ejerció de anfitrión de este doble acto. León recordó otro indulto acaecido en la misma plaza. El 12 de octubre de 1965, el novillero Rafael Astola perdonó la vida del novillo Laborioso, de la ganadería de Marqués de Albaserrada, que hasta ahora figuraba en las estadísticas oficiales como la única res indultada en el coso sevillano. Ambos azulejos campean desde ayer juntos en la tapia encalada del corral, que aguarda impecable la llegada del primer encierro que se reconocerá en la inminente temporada. No sabemos si ese muro blanco recordará algún día un tercer indulto; sólo el tiempo lo dirá.

Bordados de museo. En una segunda fase, toda la comitiva se trasladó a la pinacoteca de la plaza de toros -inaugurada por los Príncipes de Asturias en 2008- para proceder a la recepción del vestido de torear que vestía José María Manzanares en la apoteósica tarde del indulto de Arrojado. El terno, bordado con motivos vegetales sobre un vistoso raso azul de Prusia, fue confeccionado en la madrileña sastrería de Fermín y desde ahora formará parte de los fondos del museo de la Real Maestranza por decisión del matador, que decidió donarlo el pasado año. Curiosamente, el mozo de espadas -el sevillano Javier Castro- recibió órdenes de su torero para no limpiar el traje, que pasará a ser expuesto en las vitrinas del museo con las manchas de sangre de la lidia de Arrojado, exactamente tal y como quedó después de la salida a hombros. El torero hizo la entrega simbólica de la prenda en un sencilla ceremonia en la que abrió su corazón a la afición de Sevilla: "Todo torero sueña con protagonizar algún día una tarde así y quería que este vestido se lo quedara la plaza que más amo", señaló Manzanares aventurando que "cuando yo no esté, será bonito que este traje recuerde que un día pasó algo importante".

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