Cofradías

Un Martes de lleno hasta la bandera

Día de calles atestadas para resarcirse de un Lunes deslucido

el 30 mar 2010 / 17:03 h.

Veintidós palomas sobrevolaron ayer los cielos del Cerro. Tantas como años acumula la hermandad del barrio trayendo a la Catedral las mejores esencias a casas bajas y a pueblo urbano de esa Sevilla de extramuros. Allí se vive cada Martes Santo uno de los apogeos emocionales de la Semana Santa. En ningúna otra coordenada del mapa cofradiero de la ciudad se vive con tanta intensidad ese milagro anual de la salida de una cofradía. Se ovaciona a rabiar la aparición de la Cruz de Guía, se celebra cada levantá, se vitorea cada arriá como si fuera la última, se llora casi a la vez que se ríe. Un torbellino de emociones que mantiene los sentimientos a flor de piel y que pone el nudo en la garganta al más descreído. Memorable fue ayer la versión coral de la marcha Encarnación Coronada que regalaron a la salida los costaleros de la Virgen de los Dolores, ayudados de los miembros de la banda y de la voz del propio barrio. Es la lozana madurez de una cofradía de sólo 22 primaveras, pero imprescindible ya en la nómina, que ha sabido conquistar la admiración y el afecto de toda la ciudad.

A las puertas de la parroquia de los Dolores se inauguró un Martes Santo de cielos cárdenos y algo de fresco, aunque sin riesgo de agua. Lo que no es poco. El resultado, calles atestadas de público ávido de cofradías.

Los Javieres celebra que hace 25 años cinco mujeres salieron como nazarenas clandestinamente y a título experimental por acuerdo de la junta de gobierno de entonces, con la complicidad del arzobispo Carlos Amigo. La cofradía de Omnium Sanctorum recuerda con un crespón de luto en el dorado canasto del Cristo de las Almas el fallecimiento de Fernando Ocaña, uno de sus hermanos fundadores. Claveles dispuestos en ramos cónicos para el palio de Gracia y Amparo, dolorosa que evoca estampas añejas de una Semana Santa ya sólo perdurable en grabados antiguos con el estreno de un pecherín bordado con un corazón traspasado y rodeado de rayos.

La salida de San Esteban se convierte en un galimatías musical. En el interior del templo lo mismo suenan los sones de la nueva agrupación musical que acompaña al Cristo que el eco lastimero de las Saetas del Silencio interpretadas al órgano que se escucha el Himno de Valencia a la salida de la dolorosa. Vistoso exorno floral en el misterio, con claveles rojos y liatri (unas espigas en color malva). Y acertadísima restauración de las caídas del palio, que gana en movimiento en la calle.

Los Estudiantes vuelven a rehuir de las catenarias del tranvía saliendo de la Lonja universitaria por María de Padilla y accediendo al Centro por la plaza de la Magdalena. Cuatrocientos penitentes siguen la estela del Crucificado de Juan de Mesa, izado sobre un hermoso y pronunciado monte de lirios. Rosas vendela muy abiertas de un color achampanado para el palio de la Virgen de la Angustia, que luce prendida de la saya la medalla que la Universidad de Sevilla le entregó a la corporación como muestra de reconocimiento y unión entre ambas instituciones.

"Arriba el Hijo de Dios. Por Antonio Martín". El misterio de San Benito se levanta en el templo por el
tallista que dio vida con sus manos a la portentosa arquitectura del paso de la Presentación, cuyo tránsito por la Campana se revalida año tras año como uno de los momentos estelares de la Semana Santa. Sobriedad en el andar sobre los pies del Crucificado de la Sangre y elegancia suma en el exorno floral y en el atavío de la dolorosa de la Encarnación.

En un año de escasez de claveles, el Nazareno de la Candelaria mantiene su clásico monte de claveles rojos. Cosa de agradecer. Miniorquideas japonesas hermosean el palio azul verdoso de la Candelaria, que se adentra en Campana a los sones de Soleá dame la mano. El cortejo de San Nicolás mantiene las representaciones del Cabildo Insular de Tenerife y del Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento hispalense, amén de la del Consistorio tinerfeño de Candelaria

Manuel Toledo, el comisionado del Dulce Nombre, asiste desde el patibulum al ingreso de su cofradía en la Carrera Oficial. Al misterio de Jesús ante Anás, túnica blanca este año, le han suprimido los dos ángeles pasionistas de los costeros del paso. Al cumplirse el centenario del nacimiento de Luis Lerate la dolorosa de San Lorenzo sale a la calle a los sones de su marcha, María Santísima del Dulce Nombre.

El trabajo del delegado de día, Francisco Javier Gómez, da sus frutos. El Martes Santo, otrora sinónimo de grandes retrasos, funciona como un reloj. Santa Cruz, la cofradía del barrio más universal de la ciudad, exhibe sobre su gótico paso de tablas pintadas un genial Stabat Mater, felizmente recuperado. Rosas de pitiminí exornan las jarras delanteras del palio de la Virgen de los Dolores, a la que la Banda del Maestro Tejera pone la mejor banda sonora.


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