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Un mendigo robó los dos cálices tras pelearse con el párroco de San Bernardo

Los enseres robados han sido devueltos al párroco de iglesia.

el 05 abr 2011 / 17:26 h.

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Piedrabuena, en segundo plano, tras los cálices recuperados.

El ladrón que se llevó dos cálices de la Iglesia de San Bernardo es un indigente que suele pedir limosna en la puerta y que asaltó la parroquia en venganza tras pelearse con el párroco, para luego esconderlos en un descampado. Así lo explicó ayer el jefe de la Policía Judicial de Sevilla, Manuel Piedrabuena, que devolvió a sus dueños los objetos religiosos: dos copones de metal, que pese a carecer de importancia artística, tienen un enorme valor religioso, según informó ayer el hermano mayor de San Bernardo, José María Lobo, que recibió los cálices de manos de la Policía.

El robo se produjo el 1 de abril, cuando el ladrón aprovechó que se estaban preparando las ceremonias del fin de semana para esconderse en el templo y, al marcharse la gente, forzar las puertas del sagrario de la iglesia, donde estaban los copones. Es esto lo que sí ha provocado daños patrimoniales, puesto que se trata de un elemento catalogado por Patrimonio Histórico Andaluz, cuyo autor fue el imaginero sevillano Duque Cornejo.

Además, para llevarse los cálices el ladrón dejó caer al suelo muchas hostias consagradas, según informó ayer Piedrabuena, lo que aumentó el malestar de los responsables del templo, que denunciaron los hechos al descubrirlos al día siguiente.

La Policía Científica tomó huellas en el sagrario para comprobar si era un trabajo "profesional" o algo "espontáneo" perpetrado por un delincuente "ocasional" que aprovechó "un momento de descuido". Tras verificar que sólo faltaban los copones del sagrario y no otros objetos de más valor que había en la iglesia, los investigadores plantearon como hipótesis que el robo fuera obra de un delincuente ocasional.

Las pesquisas comenzaron con la toma de declaración a numerosos miembros de la hermandad, cuyos testimonios fueron importantes para la investigación porque se habían dado cuenta de que esa noche había una persona ajena a la preparación de los cultos que merodeaba por la iglesia. La Policía supo también que la mañana del robo se había producido una discusión entre el párroco y un indigente que suele pedir limosna.

Todo ello llevó a detener tres días después a A. S. G., de 51 años y con varios antecedentes. Al ser interrogado, el indigente confesó los hechos y llevó a los agentes del Grupo de Robos hasta el lugar en el que había escondido los copones, ocultándolos debajo de unos matorrales.

El valor económico de los objetos religiosos recuperados no ha sido calculado aunque se estima que debe de ser escaso, ya que son objetos de metal de mediados del siglo XX. Sin embargo, el párroco hizo constar en un acta firmada que tienen un valor religioso incalculable.

El hermano mayor de San Bernardo dijo que el detenido es una persona habitual en el barrio que el día de los hechos estuvo en el templo e incluso se intentó encender un cigarro, aunque también matizó que la hermandad no había tenido problemas con él y atribuyó el robo a una "rabieta" tras discutir con el párroco.

La iglesia ya ha ordenado la reparación del sagrario y no descarta aumentar las medidas de seguridad en el templo.


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