Deportes

Un sueño del que nunca despertar

El Sevilla regresa a la competición visitando a un Elche que necesita ganar con urgencia.

el 19 oct 2014 / 13:00 h.

Mbia estadio Aficionados del Sevilla paran a Stephane Mbia antes de montarse en el autobús del equipo. Foto: Manuel Gómez. Las personas de a pie están ya un poco hartas de que la triste realidad que les rodea trate de hacerse incluso un hueco en su apartado más íntimo, al que no puede acceder ni siquiera su pareja o la persona que comparta su vida: los sueños. Cuando uno sueña puede ocurrir de todo, bueno y malo, pero es algo del individuo consigo mismo. De nadie más. Y hay algo más. Soñar despierto. Qué persona no se ha imaginado alguna vez cumpliendo su mayor deseo o anhelo. Es irreal, cierto, pero la despierta una sonrisa juvenil el simple hecho de imaginárselo. Después de tantos días de descanso para los equipos que compiten en la Liga, el torneo doméstico llega para despertarlos de un letargo en el que parecía haberse detenido el tiempo. Los análisis y las declaraciones han sido numerosas y variopintas. La mayoría de ellas destinadas a despertar de un golpetazo al aficionado más ilusionado. ¿Qué sería del fútbol sin los sentimientos y las ensoñaciones de sus seguidores? Claramente, nada. Los hombres que viven de este deporte deben basarse en realidades palpables. En certezas. Por eso se les paga. Es así. Pero no está de más el ser benevolente con los deseos de los que siempre los acompañan, los seguidores, y aumentar su ilusión. Que el Sevilla va a luchar por colarse entre los cuatro primeros y disputar la próxima edición de la Liga de Campeones es una verdad como un templo, aunque desde el propio club se trate de suavizar el objetivo por si el sueño salta en mil pedazos. Aun así, el equipo está colocado en la tercera posición tras el primer tramo de la Liga y las sensaciones que emana son de fiabilidad absoluta. Sólo en un partido, donde el capitán Emery perdió el timón de su navío, el barco nervionense zozobró. No quedaron secuelas de aquel episodio, aunque si que agrietó un poco más la confianza en un técnico al que, de vez en cuando, el fuerte oleaje no le deja ver tierra y termina encallando. Cuando lleva mar en calma, en territorios como el de esta tarde en el Martínez Valero, la velocidad de crucero aúpa al Sevilla a numerosos triunfos. Son en partidos así donde se construyen los éxitos. Tres puntos en Elche mantendrían a los sevillistas, como mínimo, en esa tercera plaza que da derecho a jugar directamente la Champions. El Real Madrid seguiría por detrás. Sin embargo, ésa no es la pelea del Sevilla. Hay dos gigantes a los que no se le pueden toser. La fijación del equipo de Unai debe ser con Atlético y Valencia. El nivel de estos dos es posible que esté un punto por encima del nervionense, aunque hay pocas plantillas tan competitivas como la del Sevilla, por lo que es capaz de afrontar diferentes retos con la máxima garantía. Para hoy Emery tiene a todo su arsenal disponible. Una plantilla a la que se la ha sumado Kevin Gameiro, anhelado por todos a la hora de sumarle una real competencia a Carlos Bacca. Sería excesivo darle la titularidad al francés, falto de minutos de competición tras más de cinco meses sin competir, pero sólo tenerlo en el banquillo suma al grupo. El entrenador sevillista le da vueltas al once de esta tarde. La base de su alineación está clara, aunque este mismo grupo de hombres ha tenido diversos viajes durante el parón internacional y el técnico deberá medir sensaciones y minutos en las piernas. La línea defensiva, con la que ha trabajado estas dos semanas será la habitual. Existen más dudas en cuanto a qué jugadores utilizará en el doble pivote. Krychowiak regresará al equipo tras descansar contra el Deportivo. Banega y Mbia están cansados, por lo que la tercera vía de Iborra cobra fuerza. Ya para el ataque habrá que ver si Unai se decanta por hacerle un hueco a banda cambiada a Deulofeu, ya que necesita alguien que reemplace a Vitolo. Denis y Bacca se repartirán el ataque. Un once de garantías para mantener vivo el sueño. Aún es pronto, pero como dijo recientemente Unai: “Nos importa más el camino que la meta”.

  • 1