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Un tebeo para recordar

Habiendo hablado ya de él con motivo de su fallecimiento el pasado año, repasamos ahora la que podría considerarse obra culmen del grandísimo Fernando Fernández.

el 07 abr 2011 / 15:17 h.

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Colofón prematuro a una carrera brillantísima en el mundo del cómic, este 'Drácula' de Fernández es uno de esos trabajos por los que nunca pasará el tiempo, siendo merecedor qué duda cabe, de la categoría de clásico.

Desde que Bram Stoker publicara su mítica novela en 1897, la fascinación por el mundo de los vampiros no ha hecho más que acrecentarse con el paso de las décadas. Una fascinación que comenzó, cómo no, en el cine, un arte en el que ha habido incursiones en los chupasangres casi desde su nacimiento. Tanto es así que el propio Méliès daba el pistoletazo de salida a todo un subgénero dentro del cine de terror rodando un filme al respecto un año antes de la publicación de la obra del irlandés. Ya en el siglo XX, y sólo ciñéndonos al cine, han sido incontables las veces que hemos podido ver a las temibles criaturas en la gran pantalla: desde el legendario Nosferatu de Murnau a la fascinante Déjame entrar (en cualquiera de sus dos magníficas versiones, noruega o americana), filmes como los Dráculas de Browning/Lugosi, Fisher/Lee o Coppola/Oldman, 30 días de oscuridad (adaptación del cómic homónimo de Steve Niles y Ben Templesmith), Entrevista con el vampiro, Jóvenes ocultos , la hilarante El baile de los vampiros o las infumables y pastelosas entregas que hasta ahora nos han llegado de la saga Crepúsculo... Todas nos han ido ofreciendo variopintas miradas acerca del universo de los vampiros.

Como primo segundo por parte de madre que es del cine, el noveno arte tampoco se ha librado de que muchos guionistas y dibujantes se hayan visto atraídos por relatar historias en las que las fascinantes criaturas nocturnas fueran protagonistas. Mítico es el Tomb of Dracula de Colan y Palmer (del que hablamos por estas mismas líneas el año pasado con motivo de su publicación por parte de Panini), y muy conocidos el Blade de Marvel, el Hellsing de Hirano Kohta o, sobre todo en Yanquilandia, la serie de Buffy. Pues bien, mejor que la gran mayoría de ellos, tanto por lo fidedigno de su adhesión al texto de Stoker, que respira con libertad inusitada por sus páginas, como por la impresionante labor en el terreno visual, es este Drácula de Fernando Fernández.

Con el poco material que se puede encontrar del autor español hoy en día (ya podría alguna editorial avispada hacerse con los derechos de todo lo que publicó en su momento Warren en Estados Unidos, ya que hay por allí verdaderas joyas por descubrir), resulta un gustazo que Glénat se decidiera a publicar un trabajo del que cada página merecería, como poco, estar expuesta en un museo para poder así disfrutar de toda su grandeza. El arte de Fernández, mostrado tanto en su asombroso storytelling, cuya aparente simpleza es de una genialidad sin par, como en el realismo de sus viñetas pintadas (que ya quisiera Alex Ross) es digno de admirar una y otra vez.

De elegancia majestuosa, por las páginas de su Drácula asoman las claras influencias de Turner, Friedrich y la gran mayoría de los románticos europeos, añadiendo el español a la mezcla toques del impresionismo de Van Gogh. Todo ello constituye una lectura apasionante que se beneficia de la magnífica adaptación que Fernández hace sobre el texto original, resultando mucho más adecuados los fragmentos que el artista se ve obligado a eliminar por el cambio de medio, que las adiciones que Coppola incluyó y que transformaron al conde en un romántico empedernido que en el fondo mataba para sobrevivir, en lugar de la fuerza de la naturaleza que describía Stoker en su novela. Sencillamente magistral y una auténtica delicia para disfrutar una, otra y otra vez.

Edita Glénat en un álbum cartoné de 94 páginas por 20 euros.

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