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Una crisis 5-J

Las 5-J de un buen patanegra como paradoja de una crisis de recebo: más pienso que bellota. Poca montanera y mucho reservado. 5-J es el nombre del mesón de la calle Albareda en el que el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, citó a sus siete concejales afines -de los 15 que integran su grupo municipal- para almorzar.

el 15 sep 2009 / 15:52 h.

Las 5-J de un buen patanegra como paradoja de una crisis de recebo: más pienso que bellota. Poca montanera y mucho reservado. 5-J es el nombre del mesón de la calle Albareda en el que el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, citó a sus siete concejales afines -de los 15 que integran su grupo municipal- para almorzar. Ocurrió este semana con la tensión a cien y sólo horas después de que la dirección provincial iniciara un desarme unilateral -estratégico y temporal- en coherencia con la admonición de Chaves. No es mal sitio para mantener en secreto una reunión de ese tipo: a dos pasos del Ayuntamiento, en pleno cogollo y con foto. Pero éste ha sido sólo el último error que ha cometido una de las partes: los sevillanos ya saben que Monteseirín se considera sólo alcalde de siete de sus 15 ediles, a los que privilegia con sus confidencias y con los que concierta estrategias. Lo lógico es que los ciudadanos se pregunten que si sólo es alcalde de 7 de 15 de sus propios compañeros de grupo, cómo va a ser el alcalde de todos los sevillanos. Es de cajón. Pero, insisto, el error -o la provocación- del 5-J es sólo una más. La dirección del PSOE también ha cometido errores de libro. El peor ha sido querer imponer a Carrillo como portavoz del grupo sabiendo que está inhabilitado para esa función. No se trata de si es el más capaz, sino el más oportuno. Carrillo comparte con Monteseirín una desconfianza mutua y una enemistad galopante, y no tiene ya relaciones fluidas con el núcleo duro del ayuntamiento. No puede ser, por lo tanto, la voz del PSOE en los plenos. No es la persona adecuada para defender la política que practica su partido. Viera debe ser consciente de esto y de que su propuesta sólo podía producir un mayor enconamiento. Tampoco ha acertado el PSOE al trasladar sus quejas a Chaves por la actuación de Evangelina Naranjo, quien no debió tirar de un alcalde y una portavoz municipal sin hablarlo con su partido porque afecta a la estructura institucional. Pero la queja suponía llevar la crisis hasta las orillas de la Junta y de San Vicente, mojándole los pies a quien a la vez piden ayuda para resolver el entuerto de la Plaza Nueva. Igual erró Viera en su día al entrar de número dos en una lista para un Ayuntamiento en el que sabía que no sería bien recibido por el alcalde. Y preguntémonos también: ¿tiene algún sentido que el alcalde le haya encomendado a Carrillo el área de Personal después de haber dimitido este en Urbanismo". Debe ser la primera vez en la historia de la política española que se designa a alguien para un cargo contra su voluntad. Tecnología punta de la estrategia política.

Evidentemente, el follón hunde sus raíces en el congreso provincial, ganado apabullantemente por Viera y en el que Monteseirín fracasó incluso para articular una lista alternativa. Meses después y sin que supusiera cuestionar la legitimidad y autonomía del alcalde para manejar su gobierno, éste perdió la oportunidad de haber sumado al partido a su proyecto. No era tan difícil ni significaba renunciar a su potestad innegociable. Pero en vez de sumar, a la vuelta del verano, se inició la gran resta. En otros tiempos, con Pepe Caballos de líder fáctico, transigía más sin que la soberanía municipalista se resintiera.

Pero hay un tema de fondo que precisa hilar fino en un momento en el que sólo hay capacidad para dar brochazos gordos. ¿El PSOE es sólo un instrumento para ganar las elecciones? ¿La organización política no tiene responsabilidad o predicamento sobre sus cargos electos? ¿el cordón umbilical se rompe tras el recuento de votos y la política de pactos? No lo creo. Al contrario, la fortaleza de la marca PSOE es la que permite a Monteseirín -como él mismo reconoce- estar al frente de la ciudad. Sin embargo, tampoco se trata de que la dirección del partido intente dirigir el ayuntamiento desde su sede orgánica.

No es difícil observar que las dos partes están cometiendo errores de bulto. Sólo Alfonso Rodríguez Gómez de Celis parece dispuesto a jugar un papel conciliador. Lo tiene difícil porque hasta ahora en un lado cosecha desconfianzas y en otro puede despertar sospechas. Y unos y otros lo entenderán como una táctica con aspiraciones (legítimas, claro). Pero en cualquier caso hace falta gente que esté por echarle a esto sentido común.

La situación tiene mal arreglo. Las partes tendrán que conformarse con una solución que se visualice como más o menos equilibrada. Sería lo más razonable dentro del desastre y en principio pasa porque ni Celis ni Carrillo sean los portavoces. Otro día hablaremos del candidato/a del PSOE en 2011, que es lo que subyace en la crisis. De momento, al PSOE no le interesa que el partido y el Ayuntamiento sigan sacando pecho, pareciendo dos cosas distintas con intereses cruzados. No es tiempo de gestas medievales en la Plaza Nueva. No andan sobrados como para seguir desaguando votos: perder la alcaldía de Sevilla sería una ruina política para el actual alcalde y para el secretario provincial del PSOE. Mientras, Zoido, que ganó en 2007, sigue de gira por los barrios y el Parlamento con su cámara Instanmatic al hombro.

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