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Una cuarta parte de los españoles se quejan por el ruido

El ruido del vecino, el botellón, bares y discotecas, el tráfico y hasta las campañas de la iglesia generan miles de denuncias cada año. Una cuarta parte de los españoles sufre ruidos molestos en casa, pero sus quejas no son escuchadas hasta que llegan a los tribunales, según los afectados.

el 16 sep 2009 / 01:31 h.

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El ruido del vecino, el botellón, bares y discotecas, el tráfico y hasta las campañas de la iglesia generan miles de denuncias cada año. Una cuarta parte de los españoles sufre ruidos molestos en casa, pero sus quejas no son escuchadas hasta que llegan a los tribunales, según los afectados.

Las grandes ciudades dan idea del problema. Sólo en Madrid, la Policía Municipal atendió 50.000 avisos por exceso de ruidos en 2008. Aunque no siempre las quejas terminan en denuncia. La sociedad actual es ruidosa, pero cada día hay mayor percepción de que es "un problema grave que incide en la vida de las personas y que hay que erradicar", como señala el catedrático de Sociología Benjamín García Sanz, director del estudio La contaminación acústica en nuestras ciudades. Sin embargo, "las políticas no van en consonancia con la conciencia ciudadana", dice.

La Administración -añade- tiene "cierta conciencia de regular el problema". En 2003 se aprobó la Ley del Ruido, que controla las emisiones en las infraestructuras y transporte, y hay diferentes normativas municipales sobre el nivel acústico vecinal y de ocio, "pero es tolerante en el incumplimiento de las mismas".

Esa ineficacia deja "indefensos" a los afectados, a juicio de Ignacio Sáenz de Cosculluela, presidente de la Plataforma de Asociaciones contra el Ruido (PEACRAM), para quien la profusión de ordenanzas locales sobre decibelios y actuaciones tampoco ayuda. Por esa "desidia de la Administración, que no resuelve, la gente está tan desesperada que acude a la vía penal", asegura a Efe Joaquín Herrera, vicepresidente de Juristas contra el Ruido.

Así lo vive la familia de José Antonio Guerrero, de Málaga, que desde hace cuatro años soporta los ensayos musicales de un vecino. Primero con la batería y, en los dos últimos años, entre 6 y 7 horas diarias de piano. "Vivimos un poco desquiciados. Además del ruido elevado, los cristales vibran cuanto toca con las ventanas abiertas", explica. Su hijo, de ocho años, no puede usar su habitación desde que tenía cuatro, pese a que las viviendas, unifamiliares, están separadas unos cuatro metros.

Guerrero y otros dos vecinos de casas contiguas lo denunciaron ante la Policía Local y la Concejalía de Medio Ambiente. Transcurrido más de un año sin respuesta, acudieron al Defensor del Pueblo Andaluz, que lo admitió a trámite.

"Entonces fue cuando vino el Ayuntamiento a medir -relata-. Y está obligado a tocar con las ventanas cerradas y no más allá de las diez de la noche". Pero sigue oyéndose y se plantean acudir a la Justicia. "La gente se está defendiendo, porque el ruido no es sólo una molestia. Las personas que acuden a Juristas contra el Ruido -señala su vicepresidente- sufren depresión, angustia, insomnio, problemas digestivos o cardíacos por la falta de descanso de una forma continuada".

La Audiencia de Barcelona acaba de condenar a cinco años y medio de prisión a la dueña de un pub, en la primera sentencia que reconoce no sólo un delito de contaminación ambiental, sino también lesiones en la salud de los vecinos del inmueble.

El letrado de los demandantes, Lluís Gallardo, experto en contaminación acústica, espera que sirva como "aviso a navegantes" y aumente la percepción de que el ruido puede llegar a ser delictivo. "Uno puede pasar una noche sin dormir, pero cuando es sostenido en el tiempo, ves que el ayuntamiento no hace nada, y el que lo provoca dice que te aguantes, llega un momento en que te desesperas", concluye.

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