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Una derribo sin refinar

Hace dos meses, Mari Pepa lanzaba piropos a los albañiles que tiraban abajo el Nueva Galería, en Alcosa. Ayer, feliz por recuperar la luz perdida por esa mole de hormigón asfixiante, encogía la nariz, enfadada: "Esto está lleno de tierra y hormigón, el derribo está a medio limpiar. Hace falta un refino". Foto: Paco Cazalla.

el 15 sep 2009 / 19:28 h.

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Hace dos meses, Mari Pepa lanzaba piropos a los albañiles que tiraban abajo el Nueva Galería, en Alcosa. Ayer, feliz por recuperar la luz perdida por esa mole de hormigón asfixiante, encogía la nariz, enfadada: "Esto está lleno de tierra y hormigón, el derribo está a medio limpiar. Hace falta un refino".

Dice su vecino Miguel Suárez que "la gente siempre tiene motivo de queja", pero Mari Pepa Martín le responde que no, que mire alrededor y vea: el Nueva Galería, el edificio que se erigía a menos de dos metros de sus balcones, ya es historia, comido por las excavadoras de la empresa de demoliciones Erri-Berri, tras dos meses largos de trabajos. Sin embargo, junto al armazón que aún se conserva para servir de anclaje al nuevo edificio que ahora se va a levantar en su lugar -más alejado de las casas, más razonable-, hay pegotes de hormigón, restos de arena, material de obra desperdigado. "Esto es un engorro", resume la vecina.

La portavoz de los vecinos afectados, Andrea Medina, explicó ayer a Europa Press que las obras de derribo están teniendo "efectos nocivos" en los bloques cercanos, causando "pequeños desplazamientos y humedades". La Delegación municipal de Urbanismo, que gestiona Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, se comprometió a paliar esas consecuencias molestas, pero los residentes sostienen que por ahora nadie ha aparecido para adecentar la zona. De ahí que ayer los corrillos de vecinos reclamaran "una cuadrilla del Ayuntamiento" para limpiar los alrededores del solar y la estructura que aún queda en pie.

Esa estructura se ha mantenido porque servirá para el nuevo edificio que el Consistorio va a levantar, para el que se barajan diversas opciones: un centro de adultos, una biblioteca o una sala de acceso público a internet. Manuel Gimeno, que reside al volver la Plaza de los Luceros, reconoce que, "pese al miedo inicial", esta estructura no molesta a los vecinos, pues se conserva a suficiente distancia de las viviendas. Sin embargo, teme que se quede durante "muchos meses" levantada y sin uso porque, como confirma su portavoz vecinal, el futuro edificio es hoy una promesa del Gobierno municipal pero a la que le falta casi todo por concretar (uso, presupuesto, ejecución de la obra...). "Pretendemos, en todo caso, que se trate de un equipamiento sociocultural", sostiene Medina.

Pros y contras. En Alcosa han ganado luz con este derribo, y también tranquilidad. Elena Villar, que estudia con su ventana mirando al ya extinto Nueva Galería, relata que eran "diarias" las concentraciones de "chavales fumando porros" y que en primavera y verano se vieron allí varias familias rumanas. La maquinaria los ha quitado de allí. Sin embargo, la obra ha traído un problema inesperado a la vecindad: las vallas se unen a las de los trabajos del Plan de Barrios que se desarrollan en la calle Aldaya, con lo que se ha cortado el principal paso peatonal de la plaza. A Manuel le importa poco: "Es temporal. Lo que no era soportable era este esqueleto de hormigón".

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