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Una fiera televisiva

Imprime carácter a cuanto hace y para muchos es un referente periodístico.

el 21 ene 2012 / 21:18 h.

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Mercedes Milá no acepta una crítica. Es dura, inquisitiva, ágil, malpensada, inteligente, culta, valiente, supersticiosa y amiga de sus amigos. Amante de la transgresión, está considerada una de las divas televisivas más carismáticas, si no la que más. Donde esté la polémica, allá que va ella. Donde haya una injusticia, que tiemblen los culpables. Siempre dura e inquebrantable, es políticamente incorrecta y se jacta de ello.

Esta periodista de tomo y lomo, que adora el rojo y se declara deportista y motera, es el alma de Gran Hermano. Se autoconsidera la madre espiritual de todo el que se "atreve a entrar". Para Mercedes, estos chicos y chicas "son unos valientes". Unas personas que no se conocen de nada, que provienen de ambientes muy diferentes y que, después de superar un casting nacional al que cada año se presentan miles de personas para lograr plaza, merecen su "respeto y admiración". Así, desde que el pasado jueves con la edición 12+1 en Telecinco, Mercedes se reencuentra con el plató y con su famosa frase: "Conectemos con la casa".

Pero el espíritu de esta periodista nacida en Esplugas de Llobregat hace 60 años es difícil de catalogar. Primogénita de los seis hijos de José Luis Milá Sagnier, conde de Montseny, y de Mercedes Mencos y Bosch, y hermana del también periodista Lorenzo Milá, se precia de ser guerrillera y mimosa. No esconde ni sus intenciones ni cómo ve el mundo, yendo siempre por delante de su época, incluso desde sus inicios como becaria de El Correo de Andalucía. Tiempo después, Luis del Olmo la llevaría de la mano por las ondas hasta que la tele le abrió las puertas. Y lo hizo junto a Isabel Tenaille, en el programa de entrevistas de Fernando García Tola Dos por dos (1978). Tras volver a la radio, esta vez dirigida por Iñaki Gabilondo, se reencuentra con televisión en Buenas noches, y posteriormente en De jueves a jueves, dos espacios semejantes que la hicieron popular.

Su capacidad para el enfrentamiento directo, para sacar los colores al político de turno, al empresario irresponsable o al buscavidas que se aprovecha del sufrimiento de otros, la han convertido en la dama de hiero de la televisión. El peculiar tú a tú que mantiene con la cámara y el estilo distendido y directo con los invitados, que aún hoy conserva, en su momento la convirtieron en una de las periodistas más cotizadas de los 80 y 90. Para la videoteca quedan las entrevistas a Camilo José Cela, quien describió su habilidad para absorber agua de una palangana por vía anal; o la ya famosa a Francisco Umbral, al que sacó de sus casillas cuando no le preguntó sobre su último libro. El martes que viene, Queremos saber, Queremos saber más, Más que palabras y Sin límites la llevan hasta el 2000 y al nacimiento de Gran Hermano, que ha presentado en todas sus ediciones salvo en la tercera. Criticada hasta la saciedad por una corriente que consideraba que por dinero había rebajado su prestigio con este reality, no sólo no se ha amedrentado sino que ha izado la bandera del programa por donde quiera que va, achicando a sus detractores.

Pero lo cierto es que lleva el periodismo en la sangre. Sus inquietudes, sus preocupaciones y su compromiso con la sociedad en los últimos tiempos lo ha materializado con Diario de. Un espacio de investigación que es una denuncia en sí mismo y la niña de sus ojos.

En su bagaje profesional, sonoros han sido su reproches a periodistas como Jorge Javier Vázquez y su Sálvame, programa del que llegó a decir que se avergonzaba de estar en la misma cadena por echar por tierra a las personas antes de ser juzgadas. Desde el blog Lo que me sale del bolo, que actualmente tiene en la web de Telecinco, no podía ser menos. Lo mismo se enzarza en polémicas por los sueldos a los directivos de algunos medios, que expresa su disgusto por la extrema delgadez de algunas presentadoras, señalando indirectamente a Paula Vázquez.

Mercedes logra que la gente la perciba cercana y afable incluso cuando echa la mayor de las broncas, y cariñosa y comprensiva en momentos críticos, sacando la cara por lo que a veces no tiene justificación. En igual medida, cuando algo no le parece, tenga razón o no, puede crucificar queriendo o sin querer al más pintao. No hace prisioneros, los aniquila mediáticamente.

Ella fue una de las que inauguró el culto al periodista más que al programa. Como pasa con Ana Rosa o la Campos, la audiencia personaliza en ellas el espacio, las siguen hagan lo que hagan y estén en la cadena que estén. En el caso de la Milá, provoca credibilidad por el simple hecho de ser ella quien te lo cuenta. Si hay un problema en el que esté en peligro el prestigio de Telecinco o de sus profesionales, como en el caso de La Noria y Jordi González, la llaman para que lave la imagen, y si cree en esa defensa, no es que la lave, es que además le echa lejía, almidón y la plancha sin una arruga: eso sí, suavizante no utiliza, es cruda como la vida misma.

Hablando de ropa, Mercedes es muy coqueta, arriesgada y presume de escote. Cuanto más provoque mejor. En cada edición de Gran Hermano, la indumentaria de las galas es todo un enigma. Ha ido de manzana y de plátano con la misma desfachatez que con un modelo de firma. Y vestida de tomate, es capaz de reírse de sí misma y de reconocer que hace pis en la ducha y que le pirran los jóvenes. De hecho, no se le conocen muchos amores, pero el que ha pasado por su vida suele llevarle unos pocos de años. Mercedes Milá es única. Guste o no, no hay dos.

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