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Una muerte ya es demasiado

El martes pasado, la muerte de cuatro mujeres a manos de sus parejas o ex parejas fue un mazazo en plena campaña electoral y obligó a que todos los candidatos convirtiesen el tema de la violencia de género en un argumento prioritario.

el 15 sep 2009 / 00:53 h.

El martes pasado, la muerte de cuatro mujeres a manos de sus parejas o ex parejas fue un mazazo en plena campaña electoral y obligó a que todos los candidatos convirtiesen el tema de la violencia de género en un argumento prioritario. Esto no había ocurrido hasta ese momento, a pesar de que los índices en los dos primeros meses del año eran más que preocupantes, porque reflejaban un aumento de víctimas mortales por este tipo de crímenes. Y eso, a pesar del endurecimiento de la Ley en esta materia y de la potenciación de órganos judiciales, policiales y asistenciales especializados. Pero, a la vista está que todo lo que se ha hecho no ha servido ni para extirpar el problema, ni siquiera para reducirlo. Por tanto, habrá que preguntarse si lo que se está haciendo, o intentando hacer, es el camino más adecuado. Algo está fallando y para encontrar la solución no parece que el mejor camino sea la trifulca electoral, que responde mucho más a la exigencia del momento y a la improvisación que a decisiones fruto de una reflexión seria sobre lo que está pasando, y puede pasar, y analizar las medidas que se han adoptado, desde el punto de vista de su eficacia que, como se ha demostrado, no es muy alta.

Está claro que el tema de la violencia contra la mujer, igual que ocurre en la lucha contra el terrorismo, la actuación tiene que ser multidisciplinar. Es decir, una combinación de medidas legales, actuaciones judiciales, operatividad policial, atención social y campañas de concienciación colectiva. Bueno, pues todo esto se está intentado y parece que no ha surtido efecto. Por tanto, habrá que plantearse, no si este planteamiento es válido, que lo es porque no hay otro, sino, por el contrario, si los medios, los recursos y las estrategias utilizadas son los adecuados. Por ejemplo, la idea de jueces y fiscales especializados, es correcta, pero ¿son suficientes? La protección policial es obligada, pero no hay policías suficientes para garantizar los servicios necesarios, y no se ha invertido lo preciso en soportes técnicos. Los servicios sociales están saturados y la concienciación no se ha conseguido porque, según los últimos datos, sólo el 20% de las mujeres maltratadas lo han denunciado. Todo esto parece que nos lleva a la conclusión de que el gran problema está en los medios empleados. Hacen falta más jueces, más fisca-les, más policías, más asistentes sociales, más psicólogos y más sociólogos, dedicados a la lucha contra la violencia machista. Tal como están las cosas, lo prioritario parece que es la prevención, porque, aunque es cierto que muchas mujeres no denuncian, también es verdad que bastantes víctimas han muerto a pesar de que habían informado de maltratos anteriores.

Por supuesto que la prevención requiere el empleo de muchos recursos humanos, técnicos y económicos, pero si consideramos que esto es prioritario hay que hacer el esfuerzo necesario para que estas carencias no sean uno de los factores que inciden en el intolerable aumento de palizas y muertes de mujeres. Cuatro crímenes en el mismo día son un aldabonazo a las conciencias, pero no olvidemos que una sola muerte ya es demasiado.

Periodista

juan.ojeda@hotmail.es

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