Si don Ramón del Valle Inclán o el mismísimo Charles Chaplin levantaran la cabeza seguro que la volvían a meter bajo tierra al comprobar que por el barrio del Fontanal hay un ser capaz de ingeniárselas para inventar fantasiosos esperpentos u ocurrentes charlotadas sin el más mínimo esfuerzo ni rubor. Le salen con naturalidad, a bote pronto, y últimamente, en cascada: hace un par de semanas Lopera anunció la construcción de una megaciudad deportiva en Benacazón para 2010, aunque a día de hoy tiene menos papeles que una liebre y sólo en trámites burocráticos y administrativos una obra de esa magnitud llevaría varios años más, y ayer de madrugada dio a conocer un supuesto preacuerdo de venta de su paquete accionarial a una desconocida empresa de la que no hay constancia ni en el Registro Mercantil y que desembolsará decenas de millones de euros ¡para mantenerlo a él de consejero delegado!. Los béticos no salen de su asombro y pocos alcanzan a entender el por qué de estas 'loperadas', sobre todo en un verano en el que estaba siendo capaz de ilusionar a buena parte de la hinchada con atinados fichajes gracias a los sabios consejos de Paco Chaparro. La capacidad de Lopera para llamar la atención mediática no tiene límites, pero su credibilidad hace demasiado tiempo que no llega al mínimo exigible y el próximo mes de octubre comprobaremos si ha tocado fondo o no.
