Cultura

«Vivimos en una sociedad de intereses y nos hemos convertido en productos»

La cordobesa Elena Medel presenta esta noche en la librería Birlibirloque de Sevilla el poemario ‘Chatterton’, que ganó el premio de creación joven de la Fundación Loewe en su última edición.

el 03 abr 2014 / 21:08 h.

Elena Medel regresa con su poemario más maduro y reflexivo. Elena Medel regresa con su poemario más maduro y reflexivo. Elena Medel (Córdoba, 1985) no se lo podía creer cuando, tras ganar el premio Loewe en la modalidad de creación joven con Chatterton, su admirado Francisco Brines le habló de sus poemas, «aludiendo a imágenes concretas, en lugar de postrarme yo ante él para agradecerle todo lo que ha escrito», recuerda. El libro, que acaba de ver la luz en Visor, sigue la línea de poemarios anteriores como Mi primer bikini y Tara, muy marcados por etapas vitales concretas. Chatterton supone, en este sentido, el ingreso en la madurez, «tanto por mi ritmo de escritura como por mi concepción de la madurez, que está muy ligada a mis circunstancias», reconoce. «Chatterton es un poemario sobre el paso de la juventud a la madurez, de forma explícita, pero también jugando con esa falsa vuelta a la adolescencia de quienes teníamos una vida adulta y tuvimos que desmontarla». «Con Chatterton», prosigue la autora, «me enfrenté a un problema en cuanto a estilo. Los primeros poemas, los primeros borradores, surgen poco después de publicar Tara; no dejé de escribir, continué, pero con otras intenciones. Sin embargo, años después veía que algo fallaba: tenía muchos borradores que no funcionaban. Chatterton trabajo en otro sentido: una mayor claridad, un trabajo más basado en la música que en la imagen». Lo seguro es que la escritura de Medel sigue muy vinculada a su propia experiencia, aunque con matices: «Me planteé si todo es autobiografía y verdad y pie de la letra: si en la poesía hay espacio para la ficción, o para la fabulación... Si hay espacio, en resumen, para que el lector reescriba el poema al leerlo, como quisiera Gamoneda». ¿Y qué caminó tomó Medel? «Ante los poemas tengo puesto el traje de escritora, e intento siempre alejarme de lo personal, e intentar el salto del singular al plural. Es decir: un tríptico del libro, por ejemplo, alude a una ruptura que viví, claro, pero intenta sobre todo aludir a esa quebradura de lo que creías estable, al regreso al punto de partida...», explica. Por otro lado, Chatterton tiene su dimensión social: «Vivimos en una sociedad de intereses, de compra y venta, de mercancía, e incluso nosotros mismos nos hemos convertido en productos: nos relacionamos con unos o con otros según lo que nos faciliten o nos brinden, así con los conocidos, con los amigos, con nuestras parejas», asevera la poeta. «Me interesa mucho, por ejemplo, la teoría del capitalismo emocional de Eva Illouz». Por otro lado, cabe preguntarse de qué modo ha condicionado a la poeta Elena Medel sus tareas de editora al frente del sello La Bella Varsovia: «Desde que comencé a trabajar con La Bella Varsovia, hace diez años, he escrito solo dos libros de poemas... Para mí la labor del editor es la labor del editor. Quiero decir: edito, no creo», afirma. «Mi misión es facilitar la vida a los poetas a los que publico: que tengan la tranquilidad y la reflexión necesarias para conseguir el mejor libro posible, y que ese mejor libro posible llegue al número máximo de lectores, libreros, críticos y periodistas... Sin embargo, sí que la editorial ha sido y es un taller de escritura. Como poeta, ahora sí, me enriquece ver los distintos puntos de vista de los autores con los que trabajo: cómo afrontan los problemas y los bloqueos, cómo resuelven los poemas, de qué manera forjan el poema o el poemario...». ¿Son tan distintos los jóvenes de hoy como los de antaño? «No lo sé. El otro día me preguntaban sobre la diversidad de esta generación frente a las anteriores, y yo me planteo si no escribían al mismo tiempo Pablo García Baena, Carlos Edmundo de Ory o Blas de Otero, tan diferentes. Igual entonces: veo poetas jóvenes con el mismo rigor que García Baena o Brines, con la misma confianza en el lenguaje –y la misma seriedad ante sus desafíos–, también con ganas de intervenir en la sociedad que les ha tocado, como hizo García Baena con Cántico; y veo poetas jóvenes que no. En cualquier caso, es complicado generalizar, y más refiriéndonos a autores con una obra tan incipiente, aún en formación», concluye.

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