A estas alturas del año, el ya candidato a la presidencia de la Junta, Diego Valderas estará, todavía, lamentándose por el hecho de que en la XVI Asamblea de IU Andalucía, más que de propuestas, se haya hablado de nombres.
Advertía que lo suyo no era la confrontación de personas para asumir determinados cargos sino, más bien, hablar de las distintas alternativas que pueda formular su formación a la sociedad andaluza. Un discurso puede que cargado de buenas intenciones o quién sabe de cinismo, que chocó brutalmente con la realidad. Metidos de lleno en esa dinámica, aterrizaban en el cónclave de Matalascañas y lo que es peor, de esa manera se marchaban, esto es, enfrascados aún más en la discusión sobre dónde colocarse cada uno de ellos de cara a las próximas elecciones y de venideras batallas internas.
Así que Valderas se presentará por Huelva y Sánchez Gordillo por Sevilla y tengamos la fiesta en paz, de momento. Se nos presenta el acuerdo alcanzado como todo un ejemplo de consenso pero a nadie se le escapa que estamos ante una solución provisional del lío en el que se ha convertido el proceso interno que vive IU en nuestra comunidad. En fin, que nos situamos, otra vez, ante un nuevo apaño a la espera de acontecimientos más allá del 9-M.
El control de daños internos y la credibilidad.
Unos y otros están convencidos de que estas desavenencias internas pueden tener su coste electoral. Pero queda dicho que la vista está puesta más allá del día de las urnas, ya que el objetivo no es otro más que asumir el control absoluto de dicha organización de izquierdas. Pero en el camino quedan los destrozos ocasionados por la convulsión registrada. Con un Valderas que sale especialmente malparado una vez que ha visto frustrada su intención inicial de presentarse por Sevilla. Lo ha intentando todo pero no ha tenido la suficiente fuerza de convicción, podríamos decir, para salirse con la suya. Ahora se la juega más que nunca en su circunscripción onubense ciertamente dolido arremetiendo contra todo lo que se mueve y buscando culpables, desde el empedrado hasta la prensa. Todos confabulados contra él pensando así que su credibilidad queda intacta, algo realmente difícil de asumir, sobre todo, después de conocer los términos en los que se ha desarrollado esta crisis.
Electorado al límite.
Pero si lo ocurrido nos deja a un líder evidentemente tocado del ala, dolido y, ciertamente, con su autoridad política menoscabada, todo hace indicar que lo peor está por llegar. Así que es la hora del candidato sevillano, Juan Manuel Sánchez Gordillo quien pondrá las cosas en su sitio. De lo que se trata es de luchar contra la naturaleza claramente "procapitalistas" que representa el PSOE y de arremeter duramente contra la banca y la especulación inmobiliaria. Nada de pactar con el neoliberalismo así que quedamos a la espera de conocer con más detalles el modelo económico que promueve. Mientras tanto, fuera estatutos, que le impiden compatibilizar su doble función de alcalde y diputado, fuera elecciones primarias, nada de depurar el censo de militantes y vamos al turrón.
