Cofradías

Y al tercer día... Mercedes

La cofradía del Tiro de Línea salió tras dos años de ausencia asumiendo que se mojaría, lo que al final, contra todo pronóstico, no ocurrió

el 25 mar 2013 / 23:48 h.

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Recién llegada de Cádiz, con más de dos horas de espera para ver a su hermandad salir del templo, María Elisa Suárez se había plantado ayer frente a la Iglesia de Santa Genoveva confiando en que no ocurriera lo mismo que los dos años anteriores, cuando la cofradía no salió, ni lo que en 2010, cuando se mojó y tuvo que volverse. “Yo vengo cada año, y siempre la veo aquí. He nacido ahí al lado, me bauticé en esta parroquia, participé en la fundación de la hermandad, vendimos botellas para comprar los varales de la Virgen, fundimos las joyas para la corona... Le tengo pedidas muchas cosas y tengo que venir a verla”, resumía esta enfermera de 62 años que trabaja en Cádiz, pero que nunca ha perdido la vinculación con la cofradía: es una tradición verla desde la esquina, y luego almorzar con sus compadres. “Ahora lo que hace falta es que no se moje”.   El cautivo sale al Tiro de Línea. El cautivo sale al Tiro de Línea. Las rachas de viento frío y el cielo encapotado hacían presagiar agua, y la hermandad barajaba casi la seguridad de que llovería, por eso chocó que se decidiera salir. El hermano mayor lo comunicó casi pidiendo perdón, como si fuera algo inevitable que él no podía impedir. Pero el barrio lo recibió con alegría y optimismo. Sin pedir siquiera prórroga, la cruz de guía se puso en la calle puntual a las 12.45 al son de Tras tu caminar. En el público no había ni un paraguas abierto, los balcones estaban adornados con paños burdeos y los costaleros a los que les tocaba meter el paso hacían piña entre la gente para disfrutar de la salida. De las túnicas de unos nazarenos asomaban tatuajes, otros llevaban más de un rosario en la mano, y los monaguillos pequeños y los nazarenos más chicos repartían estampitas nada más poner un pie en la calle. Desde su puesto privilegiado en primera fila, María Elisa Suárez aguardó hasta oír cómo el llamador daba el primer toque de atención a los costaleros del paso del Cautivo. El paso estaba en posición de salida, a pocos metros de la calle, desde que se abrieron las puertas. Con andar lento y pausado llegó hasta el dintel, donde los costaleros hicieron el esfuerzo de bajarlo un metro para que las potencias no chocaran. Al son de Santa Genoveva, la canastilla dorada cruzó la puerta y completó su primera revirá mientras el público mostraba su alegría con aplausos y abrazos. En la espera entre paso y paso, Carlos Barreiro, de diez años, alargaba la mano inclinado sobre una valla y pedía estampitas, incansable, a todos y cada uno de los nazarenos que le pasaban por delante. Sevillano de Pino Montano, había conseguido ver las tres cofradías que se pusieron en la calle –con desigual suerte– el Domingo de Ramos y aspiraba a batir el récord el Lunes Santo, para conseguir las estampas que luego pegaría en un álbum.   El Cautivo de Santa Genoveva en la salida por el barrio. J.M. Espino (Atese) La Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva en la salida por el barrio. J.M. Espino (Atese) No hubo que aguardar demasiado para que, al fin, la Virgen de las Mercedes asomara. El capataz Carlos Villanueva, que comanda la cuadrilla con su hermano, convirtió la salida en homenaje a su madre, fallecida hace unos días, y pidió a los costaleros “echar los restos” para sacar a la calle el palio, adornado con jarras de claveles blancos y delicados bouquets de rosas champán entreveradas con rosas de pitiminí de color rosa palo, y mecido al compás de Señora de Santa Genoveva. En el público, muchas fotos. María Elisa también las hizo para enviárselas a su hijo, que vive en Venecia: hasta allí llegó ayer la imagen de la Virgen de las Mercedes, meciéndose bajo un cielo encapotado que, contra todo pronóstico, le ahorró la lluvia.

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