La talla del Santísimo Cristo del Buen Fin fue trasladado durante el día de ayer a las instalaciones del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) en la Isla de la Cartuja donde se le practicará una análisis en profundidad del estado de conversación que se presenta. Según hizo público la hermandad, estas tareas se desarrollarán durante un tiempo estimado de dos semanas, por lo que la junta de gobierno de la corporación de la calle San Vicente espera que la imagen pueda volver a recibir culto en el convento de San Antonio de Padua entre finales de este año y principios del próximo 2017.

Una vez que finalicen estos trabajos que darán a conocer el estado de la talla, la hermandad recibirá el correspondiente informe redactado por los técnicos del instituto de patrimonio en el que se conocerán todos los detalles y su postura sobre una futura intervención o restauración a fondo del crucificado. Asimismo, también se realizará el mismo proceso con la imagen de la Virgen de la Palma que, una vez que regrese el Cristo del Buen Fin, será trasladada hasta la sede del IAPH para ser objeto de un estudio de similares características. Ambos traslados fueron aprobados por el cabildo general extraordinario de la corporación del Miércoles Santo que se celebró en sus dependencias el pasado 3 de noviembre.

El crucificado del Buen Fin es una imagen tallada en el año 1645 en el taller del escultor Sebastián Rodríguez, considerado unos de los discípulos de Juan de Mesa y coetáneo y colaborador del taller del insigne imaginero Martínez Montañés. La última intervención a la que fue sometida la imagen tuvo lugar en el año 1979, cuando fue restaurado por Luis Ortega Bru. Por aquel entonces quedó constatado que la talla es de madera maciza y sin clavos en su estructura.

La investigación en el Archivo de Protocolos que arrojó la luz definitiva sobre su autoría fue realizada por María Teresa Dabrio, que encontró no sólo el contrato sino el recibo del pago establecido, que fue de 150 ducados.