Un hermano del Gran Poder ratifica que no hubo carreras por la pelea de Arfe

La riña duró diez segundos y en la calle había escaso público, según su testimonio

16 may 2017 / 07:55 h - Actualizado: 16 may 2017 / 17:35 h.
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  • Enrique Rodríguez Morillo, nazareno del Gran Poder, ante la basílica. / Manuel Gómez
    Enrique Rodríguez Morillo, nazareno del Gran Poder, ante la basílica. / Manuel Gómez

Un nuevo testimonio, esta vez de un nazareno de la hermandad del Gran Poder, corrobora la versión de que la pelea que se originó a las puertas de una bodega en la calle Arfe durante la Madrugá no desencadenó ninguna avalancha de público, en contra de la tesis oficial mantenida hasta ahora por las autoridades. Así lo ha testificado ante la Policía Enrique Rodríguez Morillo, uno de los más de dos mil nazarenos que formaron esta pasada Madrugá en las filas de la cofradía del Gran Poder.

Este joven de 24 años fue testigo directo de esa pelea que, según relata, se produce a «dos metros» del lugar que ocupaba en el cortejo procesional. «Yo iba con un cirio en las últimas parejas del segundo tramo del Señor, la tercera o cuarta empezando por detrás, y la pelea sucede justo detrás de la insignia que abre el tercer tramo, que creo que es la de la Medalla de la Ciudad».

Enrique asegura que a la hora en la que sucede la pelea «no había mucha gente en ese tramo de la calle». «El público era más bien escaso, lo propio de una cofradía muy numerosa cuando están discurriendo los primeros tramos, que la gente busca más los pasos». De pronto un bullicio alteró el silencio de la calle y le sacó de su recogimiento. «La pelea sucede a mi espalda y, como consecuencia del revuelo, nos giramos en ese momento. Lo que vi fue a un grupo de personas que se empujaban y caían al suelo pegándose en medio de los nazarenos del tercer tramo. Tanto los nazarenos como el público se apartaron, pero allí nadie salió corriendo ni nadie hizo aspavientos».

Según el testimonio de este nazareno, la pelea que la investigación policial sitúa como el origen de todos los altercados que se sucedieron esa noche apenas duró «unos diez segundos, no fue más, y no se trató de una batalla campal, como se ha dicho. Entre los que se pegaban y los que estaban intentando separarlos en esa bola de gente habría unas cuatro o cinco personas».

Recobrada la calma, «el cortejo siguió para adelante sin que se produjeran avalanchas, carreras, ni nada parecido y así se lo he dicho a la Policía». Este nazareno ha testificado ya en tres ocasiones, dos por teléfono y una en la propia Jefatura. «La Policía –dice– está convencida de que es esta pelea la que desencadena todos los incidentes y que son las personas que estaban más alejadas de esa riña las que, al oír el revuelo, empiezan a correr en dirección al Arco del Postigo originando un embudo».

Sin embargo, este nazareno al continuar su recorrido no sintió bajo sus pies «ese temblar del suelo y esos gritos» de los que fue testigo «quince minutos después», cuando vivió en carne propia una de las avalanchas que se sucedieron esa noche en distintos escenarios del centro de la ciudad. «La carrera me coge en la esquina de Doña Guiomar con Zaragoza, antes de girar a la izquierda. Dos o tres nazarenos corrieron hacia atrás sin capirotes. La gente corría en dirección a Plaza Nueva. Por suerte, no nos pilló de lleno».

Enrique tiene la impresión de que los «chavales que intervinieron en la pelea son los cabezas de turco para sostener la versión oficial».