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Actualizado: 14 jul 2018 / 18:30 h.
  • ‘Chalk It Up’: La idiotez en la barra fija
  • ‘Chalk It Up’: La idiotez en la barra fija
    El guion de ‘Chalk It Up’ es muy flojo y cada escena está vacía de contenido. / El Correo
  • ‘Chalk It Up’: La idiotez en la barra fija
    Todas las actrices interpretan su papel de forma muy, muy, discreta. / El Correo
  • ‘Chalk It Up’: La idiotez en la barra fija
    Cartel de la película. / El Correo

Algunas veces, buscar relación entre la cultura y el deporte te lleva hasta lugares completamente inhóspitos. Por ejemplo, hasta películas en las que los actores no lo son; en las que el deporte no es protagonista, ni siquiera una mala excusa, en las que se ha convertido en una caricatura; hasta películas en las que todas las cosas se ordenan gracias a la estupidez más absoluta. Hay quien cree que, si el asunto a tratar lo conviertes en una comedia, cualquier cosa puede pasar, cualquier cosa puede ser. Mentira, por supuesto. Las grandes comedias son las que manejan ideas más profundas aunque desde un punto de vista irónico o sarcástico y siempre inteligente. La idiotez no se lleva bien con nada.

De la estupidez habla una película dirigida el año 2016 por Hisonni Johnson. Se titula Chalk It Up y es un insulto a la inteligencia del espectador y una afrenta al buen gusto. Creo yo que incluso los niños más pequeños se horrorizarían ante este espectáculo. Es difícil encontrar una película tan nefasta. Qué pena de presupuesto.

Lo que cuentan en Chalk It Up es cómo una joven con fama y aspecto de mujer estúpida y vacía es, en realidad, una campeona de gimnasia deportiva, una mujer solidaria, inteligente y profunda en sus pensamientos. Se cuenta todo desde el registro de la estupidez. Y todo se llena de idiotez porque es, realmente, lo que tiene dentro el personaje y el que pensó que algo tan bochornoso como esto se podría considerar igual que a una película de cine. Una historia de amor fallida que se compensa con una historia de amor maravilloso; un grupo de mujeres que pueden triunfar y triunfan; una amistad a prueba de bombas; chicas guapas y chicos guapos... Los ingredientes de la película son lugares comunes que no aportan nada nuevo y que convierten la cinta en una pérdida de tiempo.

Las actrices principales son gimnastas, bailarinas o eso que se conoce, ahora, como influencer. Y todas están entraditas en años. No son niñas aunque los personajes que encarnan sí son bastante jóvenes. El reparto lo encabeza Maddy Curley, gimnasta con cierta fama en Estados Unidos y ninguna característica que nos permita pensar que es o puede llegar a ser buena actriz. Su personaje parece que es idiota y es que lo es. Aunque el guion intenta llevarnos hasta territorios muy amables con ella, el personaje resulta ser tonto de remate y tiñe de una idiotez tremenda todo el universo que se construye en la cinta. Si alguien intentase un personaje imbécil no lo lograría con tanta claridad como en Chalk It Up.

El resto del reparto, sencillamente, horrible. Ni uno solo de los actores o actrices que forman el elenco nos hace pensar en que alguno de ellos se dedica a la interpretación. Nada creíbles, parados como marmolillos, sosos, vacíos de lenguaje corporal... Fatal. No hace falta decir que la dirección actoral no existe. El plan debía ser colocar a un grupo de personas frente a la cámara y que hicieran un par de cositas que quedasen agradables. Algo así.

El guion es patético. No se puede señalar ni una sola frase (¡ni una!) que parezca, no ya inteligente sino normalita. Superficial, inverosímil, soso, prescindible. Escuchar durante noventa minutos esta bazofia puede provocar un sueño imposible de superar.

La gimnasia pasa desapercibida. Un deporte tan precioso como este apenas se ve en esta película. Unas cuantas piruetas y poco más. Ya adelantaba más arriba que tratan la gimnasia ni como excusa.

Existen películas (esta es una de ellas) que se filman buscando poder aprovechar la fama de una persona, de un acontecimiento o de cualquier otra cosa. Cuando eso es así y no existen motivaciones artísticas el resultado suele ser un desastre. Sería mejor prohibir este tipo de insultos que solo sirven para que alguien haga caja o para que algún ego aumente de tamaño. Tal vez una multa de grandes dimensiones sería suficiente.

Maddy Curley. / El Correo