Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 22 feb 2018 / 21:52 h.
  • El cantaor Curro Lucena en una imagen de archivo. / CharryTV.com
    El cantaor Curro Lucena en una imagen de archivo. / CharryTV.com

Hace 40 años, en los setenta del pasado siglo, ibas a la Biblioteca Pública de Sevilla a leer algún libro de flamenco y no tenían más de cuatro o cinco títulos de autores como Manuel Barrios, Blas vega, Manuel Ríos Ruiz o Ricardo Molina. Hoy cualquier aficionado puede tener en su casa varios cientos. Y es que en las últimas décadas se han editado cientos y cientos de libros sobre flamenco. Cuando llegó la famosa crisis descendió el número de títulos, pero llevamos un par de años que no paran de ponerse libros en el marcado, lo que indica que el arte flamenco interesa cada día más y, sobre todo, los libros firmados por investigadores, porque arrojan luz sobre los orígenes de un arte que tiene ya casi dos siglos de historia.

He celebrado la salida al mercado de una biografía del cantaor lucentino Curro Lucena, aunque afincado en Ronda desde hace décadas. Si queda un cantaor de corte clásico con verdadera vocación, ese es Curro Lucena, un verdadero maestro del cante jondo sin artificios. Nació en 1950, en la calle Corte, de Lucena (Córdoba), pero podría ser del siglo XIX, contemporáneo de Antonio Chacón, Manuel Escacena o Pepe el de la Matrona. Muy estudioso, para él el cante no ha sido nunca una manera de ganarse la vida, o no solo eso, sino una manera de darle sentido a su vida, con un problema de dismetría pélvica de nacimiento que le afectaba a la pierna izquierda. Como bien dice su biógrafo, el rondeño Gabriel Olea Barbarán, Dios le dio una voz maravillosa y gracias a ese don se hizo cantaor profesional y en ello sigue, a pesar de sus años y de su limitación física.

Contar la vida de este cantaor de casta ha tenido que ser una tarea apasionante, al no ser una estrella, que siempre es más fácil por lo mucho que se suele escribir sobre ellas, los artistas más famosos. Curro es un hombre de pueblo, sencillo, cercano y amable, y supongo que eso ha ayudado mucho al biógrafo. Como cantaor, este lucentino es lo que solemos llamar un maestro, alguien que no solo canta, sino que enseña cuando canta. Porque una de las cualidades que atesora Curro es su capacidad de estudio y, por tanto, el conocimiento que tiene de todos los cantes jondos. Digo jondos porque es un cantaor profundo, ortodoxo, serio y muy comprometido durante toda su vida con el verdadero flamenco.

Me encanta el subtítulo de la obra literaria, Un señor del cante, porque Curro Lucena es eso, un señor del cante jondo. También fuera del cante, y a lo mejor por eso le habrán escrito esta estupenda biografía, algo reservado en la mayoría de los casos a las grandes figuras del cualquier arte. Pero sin haber sido nunca una primera figura, ni mucho menos una estrella del cante, su trayectoria es digna de encomio porque, además, Curro ha sido testigo, participando en ella, de una de las mejores etapas del cante flamenco, la que va desde los sesenta a los ochenta, la de los festivales de verano. Ha compartido carteles con los máximos exponentes de esa etapa, con artistas como Fosforito, Lebrijano, Camarón, Enrique Morente o José Menese, entre otros muchos. Además, el maestro Curro de Lucena ha vivido de una manera muy intensa el mundo de las peñas flamencas, siendo una de las voces más valoradas por los aficionados más cabales. Que un cantaor modesto, aunque gran maestro, como él tenga esta biografía es una estupenda noticia. Lo celebramos y deseamos que llegue a muchas librerías flamencas del mundo