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Actualizado: 25 may 2017 / 22:22 h.
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Todos son campeones. Principalmente los que no encabezan clasificación alguna. Todos merecen ovaciones porque se la juegan con el ambiente en contra. Todos se sienten herederos de las victorias pírricas, se entrenan gustosos con la regla de que lo importante es participar. Todos comparten un espíritu heroico, a prueba de agoreros que les vaticinan ser unos perdedores. Su canción favorita es ‘Resistiré’. Antes solo firmaban a sus fans y ahora también aceptan hacerse fotos con ellos. Sí, usted ha adivinado fácilmente de quiénes estoy escribiendo. De los escritores, editores y libreros. Vestuario, palco y banquillo de la Liga de las palabras que no se lleva el viento de los ‘memes’ ni la ola de los ‘gifs’. Capitanes de la cultura sin pelotazos. Enamorados de la vida sobre el papel. Qué papelón el suyo, tan minimizados en comparación a los idolatrados personajes políticos y deportivos, ávidos de paraísos fiscales, que acaparan las penas de telediario y las tertulias que dan pena. Con la que está cayendo, y se empeñan (literalmente) en ofrecernos un mundo de lecturas a una sociedad que tiene aversión a leer incluso el etiquetado de los alimentos. Y que presume de libérrima para disimular que padece miedo a la libertad y al pensamiento crítico.

En ciudades como Sevilla, las ferias del libro son un ritual de autoafirmación de todos los escritores, editores y libreros inasequibles al desaliento. La exposición en plaza pública del asilo político y poético que gozan en una librería o en la biblioteca de casa. Para todos ellos, lo más pesaroso no ocurre en ese paisaje, sino cuando cambian de perspectiva y observan la apología de la osada ignorancia que se extiende por doquier. A mayor gloria de quienes camuflan sus ansias de forrarse a cualquier precio.

Con el lastimoso cierre de librerías y editoriales, se pronosticaba que nadie emprendería esa odisea. Sin embargo, afloran nuevas librerías y nuevas editoriales en ciudades como Sevilla. Qué civismo, hay que sacarlos a hombros a todos ellos, compitiendo con el hábito de leer solo mensajes cortos por WhatsApp y con la falta de costumbre de pagar por la cultura. Y si de todos los libros, he de recomendarles uno para que lo compren y lo lean: busquen ‘El libro del mundo’, escrito por Eliacer Cansino e ilustrado por Raúl Guridi, que la Librería Rayuela ha editado para conmemorar su vigésimo aniversario como embajada del papel insustituible de los libros en una sociedad digna que le gane la partida a la dictadura de las habladurías.

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