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Actualizado: 18 ago 2018 / 23:00 h.
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Los migrantes llegan sin cesar, no sabemos qué hacer con ellos ni darles un futuro pero queda bonito acogerlos, sólo que ya no se trata de dar una limosna para los negritos sino de buscarles una integración social que no tenemos ni para nosotros mismos. ¿No le enviamos a Estados Unidos ningún barco de migrantes para que el paraíso capitalista los acoja? Que yo sepa, muchas de estas personas proceden del infierno que ha provocado aquel país desde que le derribaron las Torres Gemelas. ¿Y por qué los migrantes no ponen rumbo a Arabia Saudí o a los Emiratos, con todo el desarrollo del que presumen y los negocios que tienen con USA y la UE?

En las Navidades de 2015, José Mota nos mostró un excelente sketch. Llamaron a la puerta de un señor que había retuiteado mensajes solidarios y empezaron a meterle en su apartamento personas sin hogar, una familia saharahui, un asno ibérico en proceso de extinción, al tiempo que le quitaban todo tipo de electrodomésticos para que fuera fiel a sus apoyos al ahorro energético y le cortaban el agua por su respaldo virtual a los pueblos que padecen sequía. «Hay que ser coherente, señor», le decía el caballero que iba introduciéndole en su habitáculo tantos elementos, personificado por el actor Santiago Segura.

Las prostitutas de Sevilla le dijeron al ayuntamiento que ha sido peor el remedio que la enfermedad, las multas a los clientes de la calle las han obligado a irse a los polígonos industriales, es decir, a los lugares que por las noches se convierten en guetos. El resultado ha sido similar a cuando a Franco le quitaban de en medio a estas personas y a los pobres para que no los viera. «Todo por las putas pero sin las putas». Sobre un papel se arregla el mundo, al menos desde el siglo XVIII antes de Cristo, con el Código de Hammurabi. Pero estar a pie de tajo, meterse a fondo en el problema, es otra cosa. El colectivo de prostitutas –del que huye el ayuntamiento– dice que es porque hay un feminismo que tiene miedo a afrontar la verdad. Mi cuerpo es mío para abortar pero no para mercadear con él libremente porque una cosa es la trata y otra el trabajo sexual, eso dicen.

Y con la droga a nivel mundial, algo parecido. Hace años que Antonio Escohotado la armó defendiendo su legalización. También hay que pensar en la de la prostitución, estamos en tiempos claves. El resultado final de tanto progrerío barato es sustancialmente igual al de toda la vida. Inmigrantes, putas y drogatas, marginados, pero esta vez con glamur solidario.