Si hay en Sevilla una fruta veraniega por antonomasia es la sandía. Pero el verano remolón le está jugando una mala pasada a este exquisito manjar que es un perfecto diurético (un 92 por ciento es agua), además de rico en antioxidantes, vitaminas y minerales beneficiosos para el corazón y para evitar la aparición de todo tipo de enfermedades. Sin embargo, los beneficios deberían empezar a repartirse por quienes las producen. «El agricultor tiene que cobrar el kilo de sandía, como mínimo, a 15 céntimos; si no, no le salen las cuentas», asegura José Manuel Durán, gerente de Parque Norte, una de las cooperativas palaciegas que más ha crecido en los últimos años, y acaba de cumplir veinte, con casi 200 socios. La consideración la comparten la mayoría de los agricultores incluso de otras grandes cooperativas, como Frupal o Las Nieves, de Los Palacios y Villafranca, esta gran despensa agrícola de la provincia, que afortunadamente no depende exclusivamente de la sandía, por más que sus ejemplares sean vistosos y sabrosos y hasta protagonicen campeonatos de gigantismo, como el que se prepara, un año más, el próximo 4 de agosto, en plenas fiestas patronales, y que previsiblemente arrojarán frutos de más de 60 kilos. El certamen también llama a racimos de uva y calabazas.
Pero el problema es que muchos productores de sandías las están cobrando hasta a seis céntimos por kilo. «Esas son algunas que han salido peores de calidad, porque el tiempo, entre las lluvias tardías de primavera y las bajas temperaturas del verano, tampoco ha acompañado y eso se resiente en el producto», asegura Joaquín Durán, jefe de ventas de Parque Norte, y añade: «Pero es que las buenas, de primerísima calidad, tampoco llegan a los 20 céntimos». El lamento es respaldado por COAG, que ha cuantificado la caída en un 74 por ciento en el último mes, justo lo que va de verano. Si a mediados de junio el precio medio era de 31 céntimos el kilo, en la última semana no ha superado los 8 céntimos.
No en vano, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos acaba de solicitar a la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) que abra una investigación urgente para determinar si existe un pacto entre los principales operadores comerciales para presionar a la baja de forma ilegal los precios de la sandía en el campo. Tanto es así, que ya calculan que el 30 por ciento del género se quedará en el campo. En Los Palacios y Villafranca estiman que el porcentaje podría ser mayor. Los ánimos de muchos agricultores consultados por este periódico, que han decidido dejar las sandías en los matos, están por los suelos, desde luego.
Antonio Caballero, agricultor palaciego de la mayor cooperativa local, Las Nieves –que recoge más de 1,5 millones de kilos de los cuatro que gestionan los agricultores de este pueblo que ha alcanzado celebridad gracias a su tomate–, se indignaba hace unos días en redes sociales: «¿Cuándo se acabará el maltrato que sufrimos los agricultores plegándonos a lo que digan los que no derraman sudor?», se preguntaba, en referencia a los intermediarios, y agregaba: «¿Es normal que nos estén pagando un kilo de sandía a 10 céntimos y las veamos en las grandes superficies a un euro?». Según Joaquín Durán sí es normal, por desgracia, porque «los intermediarios y las grandes superficies pueden hacer lo que quieran; tienen la sartén por el mango, porque además el ama de casa no va ya a la plaza de abasto para buscar la mejor sandía, sino que entra deprisa en una gran superficie y está dispuesta a llevarse media sandía limpia y plastificada por dos o tres euros; todo ha cambiado muchísimo», insiste, pero se esperanza en otros productos más allá del medio millón de kilos de sandías que recoge Parque Norte: «La uva y el melón no están yendo mal del todo».
El presidente de Las Nieves, Antonio Escalera, explica la concatenación de circunstancias para estos bajos precios, que afectan sobre todo a la sandía «de fuera, porque la de invernadero casi se salvó antes de que llegara el verano». «El problema es que nuestras sandías han venido casi un mes tarde; a estas alturas habíamos terminado ya el año pasado y este año aún nos quedan dos semanas de corta». En este sentido, la sandía palaciega, que no solo se siembra en el relativamente pequeño término municipal de Los Palacios y Villafranca, como recuerda el concejal de Agricultura, Jesús Condán, sino en términos colindantes como los de Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra o Utrera, ha coincidido en el mercado con sandías de «Villamanrique, Tocina, Palomares, Badajoz e incluso de Murcia y Valencia», insiste Escalera, «y si alguien tiene sandías más cercanas y en el mismo momento, las compra lógicamente porque lo que encarece el producto es también el transporte». «Pero afortunadamente nosotros las nuestras las vamos a sacar, aunque sea a precios bajos, pero las sacaremos», concluye el presidente de Las Nieves. «Para colmo, temiéndole a la tuta del tomate, muchos agricultores que tradicionalmente sembraban tomate han sembrado este año también sandía», explica el agricultor José Tejero, con lo que la competencia ha aumentado más si cabe.
Mientras en los campos de Los Palacios y Villafranca lamentaban, hace solo dos días, el bajo precio de las sandías, en los conocidos supermercados de la zona el kilo de sandía oscilaba entre 0,60 y 0,90 euros. Las llamadas biológicas, de microsemillas, superaban los dos euros el kilo. «Las grandes superficies no van a bajar el precio porque este esté por el suelo en el campo», advierte Joaquín Durán.
No es extraño, en este sentido, que media Sevilla aterrice en Los Palacios y Villafranca para comprar fruta, especialmente los sábados, pues mercados de venta directa como el que ofrece la cooperativa Las Nieves –justo en la salida hacia Utrera y a la altura de uno de los peajes de la AP-4–, con más de 1.500 socios y que este año cumple precisamente sus bodas de oro, venden los productos a solo cinco o diez céntimos más de lo que se le paga al agricultor. «Esa tiene que ser la tendencia», terciaba un agricultor el viernes mientras descargaban sandías en la cooperativa. «No, lo que tenemos que hacer es buscar más mercados, que los hay», discutía otro. «Mi padre vendía sandías hace 30 años a 33 pesetas (20 céntimos de hoy) y ahora el precio está más bajo. Preferimos regalarlas o echárselas al ganado, pero tampoco se puede poner un puesto porque entonces te piden papeles hasta que te aburras», se quejaba José Antonio, joven agricultor.