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Actualizado: 20 feb 2016 / 19:38 h.
  • Manuel Barbancho Veloso relata la historia de un familiar lejano. / J.Á.F.
    Manuel Barbancho Veloso relata la historia de un familiar lejano. / J.Á.F.

Todo guadalcanalense ha escuchado alguna vez en su vida la frase eres más malo que Rabazo. Expresión centenaria que hasta que no se logra la madurez no se alcanza a entender. Si el receptor de esa frase es Manuel Barbancho Veloso la expresión adquiere un mayor significado, ya que el Rabazo al que hace mención, fue pariente suyo. Su nombre era Antonio Martínez Hernández, que por aquello de los apodos de los pueblos, era más conocido como El Rabazo. Su leyenda tomó forma un 1 de junio de 1920 cuando asesinó a Carolina, la mujer del guardabarrera de la casilla 91 de la vía férrea Sevilla-Mérida, y a las dos hijas de esta en un ataque de locura. Dicha leyenda fue contada a Manuel a través de su padre y tíos, pero no fue hasta el año 2007 cuando empezó a fraguarse en papel lo que hoy es un trozo de la historia negra de un pueblo.

La luz se encendió en Barbancho tras la lectura en la Revista de Feria de Guadalcanal de un artículo de Eleuterio Díaz en el que trataba el cruel asesinato de El Rabazo que acabó ejecutado por medio de garrote vil. Fue entonces cuando, según relata, comenzó lo que en principio fue un entretenimiento y al final acabó llamándose El Rabazo, crónica negra de Guadalcanal.

«Me senté enfrente del ordenador y empecé a imaginarme cómo sería la España de esa época», relata Barbancho, que asegura que el libro es una novela donde se mezcla realidad y ficción. Si bien, el hecho central del libro fue una cruda realidad, hay otras partes, como las charlas en el casino de la plaza que son totalmente ficticias y solo obedecen a cómo él se las imaginaba.

Parte importante de la trama se desarrolla en el barrio de Santa Ana de Guadalcanal, de donde eran tanto asesino como víctima, y casualmente, también el autor de este libro. En él se puede ver la vida de un barrio que incluso contaba con su propia parroquia, y es que Barbancho conoció muy bien aquel barrio, ya que veinte años de su vida transcurrieron allí. Después, tras la mili, emigró a la localidad madrileña de Alcalá de Henares donde fundó su propia familia.

No solo el boca a boca ha servido de fuente a este novel autor, sino que su trabajo se ha fundamentado en una ardua labor de hemeroteca a fin de recrear cómo sucedieron los hechos y cómo fue enjuiciado Antonio Martínez. Respecto a su parentesco, Barbancho señala que «es una cosa que la has oído siempre y no es que te sientas avergonzado ni orgulloso, es un familiar tan lejano... es como una leyenda». Asimismo resalta la normalidad que rodeaba a las dos familias, que eran amigas, y que tras el sepelio del asesino, incluso hubo un abrazo entre la mujer de El Rabazo y la madre de Carolina, en el que se consolaron mutuamente por la tragedia que se había instalado en sus vidas.

La historia de Rabazo, no solo ha servido a Manuel Barbancho para debutar como escritor, sino que ha hecho que este guadalcanalense de sesenta y un años, recupere el contacto con su pueblo natal. El Rabazo le ha hecho volver a encontrarse consigo mismo muchos años después y volver a ver el barrio y el pueblo que le vio crecer