Pues yo voy a hacer mi propia cacerolada, aquí, en plan finolis, con palabritas, con frases, con ideas. Creo yo que estas son las que suenan y resuenan aunque el que la haga esté más solo que la una. Una cosa es ser ruidoso y otra provocar un sonido que cubra el entorno para quedarse pegado a ese silencio que retumba en las consciencias. Pero no quiero que parezca que mi ego –enorme y a veces completamente descontrolado– es más importante que el de cualquier otro. No se trata de eso. Tan solo quiero animar a otros para que hagan su cacerolada personal y que luchen para que suene a su alrededor, aunque sea un poco más allá. Tenemos una idea muy generalizada de la realidad: si no nos escuchan cientos de miles de personas no decimos algo importante. Es falso. Yo, por ejemplo, me conformo con que alguno de mis lectores y, por supuesto mis hijos, escuchen y sean capaces de hacer suyas algunas de mis reflexiones. Sin empujones, ni imponer criterios.
Permitan que convierta esta cacerolada en algo cursi al decir que mi intención es colocar las ramas para que los pajarillos elijan si quieren posarse o no.
Que Manolo Escobar haya sido convertido en cantante protesta dice mucho sobre la situación que se vive en España. El esperpento está llegando a niveles que nadie hubiera podido prever hace unos meses. Este independentismo que mira por encima del hombro a lo que no lo es y esa contestación cañí al ritmo de Manolo Escobar debería provocar inquietud. ¿Saben? Estamos intentando disfrazar un conflicto que solo se resolverá con la fuerza ya que se ha impuesto con grandes dosis de testosterona. No queremos ver una realidad que se les está escapando de las manos a los políticos. Y no mola nada.