Los medios y los días

8-M: cuenta atrás (y 4)

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08 mar 2019 / 08:00 h - Actualizado: 07 mar 2019 / 17:57 h.
"Los medios y los días"
  • 8-M: cuenta atrás (y 4)

Hoy es un día de desconcierto para mí. Celebro que se vuelvan a tener las ideas tan claras. Yo no las tengo, el movimiento feminista me está haciendo pensar mucho, en realidad lo llevo haciendo desde que a mediados de los años 80 del pasado siglo Mijaíl Gorbachov comenzó con la Perestroika en la URSS. Luego derribaron el muro de Berlín en 1989 y luego se vendría abajo la misma URSS en 1991. Desde entonces comenzó un orden nuevo –impuesto por Bush, padre- que es el que ahora padecemos y gozamos. Mi conclusión fue que había que comenzar otra vez casi desde cero porque estábamos caminando sobre cimientos falsos, basados en las emociones de lo que el humano desea ser, no en la realidad de lo que es. Y la realidad de lo que es se llama capitalismo, mercado, una situación que la especie ha venido generando al menos desde hace 50.000 años.

Sin embargo, ahora me hablan cada día de igualdad pero ya no es una igualdad justa, es una igualdad nostálgica, pseudomarxista, quienes perdieron su religión marxista no se resisten a empezar de nuevo, desean volver al cálido redil que una religión ofrece pero sólo desean hacerlo desde las emociones, desde la epidermis. Quienes perdieron la guerra civil y no tuvieron el valor de liquidar en los 80 la estructura franquista siguen con lo que llaman ley de la memoria histórica al tiempo que han colaborado a destruir la memoria histórica universal, la han suprimido de los planes de estudios y han colaborado en la colonización cultural estadounidense que siempre funciona sobre la base de lo que llaman práctico, instantáneo y así les va, su codicia enferma y destructora, su falso liberalismo es el cáncer del mundo y Europa se deja llevar demasiado por ese tumor tan persuasivo e invasor.

Yo soy uno de los perdedores, perdí la guerra civil y la guerra fría pero no voy a caer en la misma trampa que provocó mi derrota, que no mi muerte. Uno de los factores de esa trampa es el concepto igualdad tomado como el gran paraguas bajo el que se cobija la muchedumbre solitaria (Riesman) y medrosa, la igualdad marxista en un país capitalista, ya empezamos a parecernos a la demagogia retórica China, un país, dos sistemas, sólo que China es un galimatías que en realidad es un capitalismo lleno de contradicciones y nosotros caminamos simplemente a lomos de imaginarios. La capacidad de crear fantasías del cerebro humano es tan necesaria como dañina.

La sociedad se deja llevar por esta avalancha de verborrea a la que se suben todos los poderes y sus oportunistas medios de comunicación porque es rentable: la igualdad para la mujer cuando no hay igualdad para los hombres, la sociedad numérica del aquí hay menos mujeres que hombres, la sociedad epidérmica que ignora ciencias y metodologías nuevas y seminuevas y habla solamente con el corazón. Yo no dudo de que la mujer represente un segmento de población al que se le niegan sus derechos y por tanto debemos trabajar para que la justicia prevalezca pero ya no voy a caer en el cepo de la sociedad imaginaria de la igualdad porque eso fracasó al ir contra lo que la Historia nos ha enseñado a través de los hechos y de mis admirados Hegel, Freud, Nietzsche, Schopenhauer, Gell-Mann, Yves Christen, Dawkins, Rodríguez Delgado o el mismo Marx que era más elitista de lo que parece.

¿Qué nos han enseñado los hechos históricos? Que el ser humano no es colectivo ni social ni solidario, es individual, que las transformaciones muy relevantes no la hacen las masas sino los grandes talentos apoyados por segmentos hegemónicos que lo mismo te elevan que te destruyen o te ignoran, que el sujeto individual, el herético, es sepultado por la masa porque le coloca el listón demasiado alto, es sepultado por esa igualdad quimérica que funciona al margen del mundo en el que estamos, un mundo que camina hacia el gobierno único del mercado y hacia la consolidación de la fase post-humana en la que ya estamos; que en esa fase la competencia entre los seres humanos -derivada de la estructura económico-financiera que impulsa la sociedad tecnológica- es el reto al que se enfrenta la razón y es la nueva selección natural que se lleva por delante a los que no se adaptan a ella, la igualdad de la que hablamos -con un cerebro emocional e inmaduro y por eso fácilmente conducible- corre el riesgo de ser la igualdad al servicio del cibor ya que la estructura hegemónica mercantil no tiene por qué aguantar a seres humanos pidiéndole igualdad y de esa manera estorbándole para que sus elementos hegemónicos compitan entre ellos por ser hegemónico entre los hegemónicos.

Mientras tanto, los coletazos de la fase mercantil de los siglos XIX y XX siguen ahí en forma de ideologías de una izquierda y una derecha resistentes al cambio por miedo a enfrentarse a él. Vale, pidamos igualdad, a nadie le amarga un dulce, y cuando llegue el día de la paz, pidamos paz, pidamos, pidamos, un mundo onírico es maravilloso para los que de verdad mandan en el planeta. ¿Qué es en el fondo la igualdad que estamos demandando? A corto y medio plazo, el aumento de los neoproletarios, la incorporación de más personas a un mundo no igualitario sino individual donde el orden es la entropía, ese mundo que da miedo y que provoca la subida del voto fascista que pide que todos vayamos protegidos, bajo palio, como Franco. A largo plazo, la consolidación del neoproletario digital.

Hoy exigimos igualdad y paz, mañana nos sentamos ante la caja tonta a contemplar la ceremonia de los Óscar y este fin de semana llenamos los cines para ver sus películas premiadas mientras que las salas donde se proyecta el otro cine -el que exige una preparación cultural e intelectual para verlo- están casi vacías. Han logrado la cuadratura del círculo. Me alegro de que las ideas estén tan claras, como se ha podido observar yo las tengo muy difusas, afirmo pero dudo, ¿quién sabe si este día 8 de marzo es el comienzo de una gran amistad? De todas formas, no olvidemos el móvil por si queremos seguir aclarando nuestras ideas. No nos engañemos, podemos pedir igualdad pero no somos más que individualidades gregarias atadas a un teléfono y no tenemos el método para que ese teléfono nos haga libres. Pidamos igualdad y cuando usted se entere de una buena oportunidad para lograr un trabajo, no se guarde la información, compártala, sea solidario, todos somos iguales y como todos somos iguales, mis alumnos –grandes defensores de eso que llaman igualdad- tal vez hagan este año lo que hacen en años pasados. En lugar de unirse y ver adónde van todos de viaje fin de carrera para ser solidarios con los que menos tienen, como son iguales se dividirán en grupos que viajarán a lugares más o menos lejanos y costosos según el dinero de que dispongan. Es que no me entero de nada con la dichosa igualdad.