A rodar la vida

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09 dic 2016 / 23:31 h - Actualizado: 09 dic 2016 / 23:31 h.
"La Azotea"

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Es algo más que un deporte, quizás sea ya una forma de vida. Subirse a una bicicleta se ha convertido en otra posibilidad de ser feliz, a la par que una saludable manera de transitar por esta Sevilla que tanto facilita las cosas con su orografía. Pedalear te hace libre, te pone alas, como la risa del niño de las nanas de la cebolla de Miguel Hernández.

Con la bicicleta se respira, se crean costumbres, se siente la vida en las piernas, solo hay que fijarse en la urbana vía verde por la que diariamente circulan ciclistas que van y vienen o en aquellos grupos uniformados con vistosos colores que cada domingo se citan en el Alamillo o en San Jerónimo para adentrarse por los paraísos secretos que la otra Sevilla esconde. Vínculos indisolubles que forma la naturaleza y los latidos del corazón y que con cada pedaleo, libran batallas personales de autosuperación. La vida se detiene momentáneamente en los semáforos, para que los pies sean los que la pongan en marcha de nuevo, mientras la ciudad despierta o se adormece sobre sus pasos de peatones, o mientras amanece sobre el campo, antes de que la confraternidad de la tostada y el botellín en cualquier venta de Guillena o El Ronquillo ponga el punto y seguido. Después de rodar, nada más bajar de la bici les esperan sus familias y sus vidas, menos para quien ya no podrá volver a llegar ni a su destino, ni a la tostada, ni a la solidaridad del compañero cuando pinche, ya que la insensatez de un conductor bebido y drogado acabó con la libertad de ese ciclista profesor al que obligaron a abandonar sin haber llegado a la meta.