¡Abrázala!

Ahora la ciudad te parece más hermosa, hasta las piedras son suaves. Hasta las nubes parecen temerosas y pasan por Sevilla como pidiendo permiso

25 mar 2018 / 10:04 h - Actualizado: 25 mar 2018 / 10:05 h.
"'La Pasión'"
  • ¡Abrázala!

Qué rápido pasa el tiempo. Cuánto corren las agujas del reloj en la ciudad de Sevilla... Has vuelto a pensarlo, como también has pensado que todo sucederá en un segundo y que –pronto, muy pronto- el sueño se habrá cumplido y una vez más se asomará ante tus ojos todo un año de almanaque en la habitación de la espera que tienes en tu corazón. Y volverá a suceder rápidamente que la Semana Santa estará delante de tu sonrisa nerviosa, la que delata que estás recordando a ese hombre que te enseñó nuestra fe y la tradición de vivirla con pasión y esperanza. Y así siempre, año tras año, Semana Santa tras Semana Santa.

La ciudad te parece más hermosa, como si se hubiera preparado para la ocasión. Brilla el sol de otra manera buscando estrenos y hasta las piedras parecen más suaves. Las calles han ensanchado y las nubes son más tímidas, como pidiendo permiso para atravesar nuestro cielo. Quieres repetir la secuencia del año pasado cuando todo salió perfecto en tu cofradía y en la semana que te hace feliz y ya le has pedido al cielo que la lluvia respete el orden de los factores de tu alma que en este caso sí puede alterar las cosas.

Ha llegado la Semana Santa a tu calendario y a tu corazón. Está aquí. Apenas la intentas abrazar y ya sientes que se escapa de tus brazos. Siempre ha ocurrido así. Las cosas importantes suelen ser fugaces y tú conoces muy bien esa sensación de vacío cuando todo termina. Estás mirando una y otra vez tu programa de mano de El Correo, ese diario que te ha ofrecido a lo largo de los años tantas páginas que olían a incienso. Sucede cada Domingo de Ramos, ¿verdad? No sabes cómo expresar todo eso que palpita aquí, en el centro mismo del tórax, que habita dentro del alma y que quiere salir a borbotones de tu ser. Necesitas gritarle a los vientos cuánto quieres a la ciudad, tu agradecimiento a los mayores que te inculcaron esta pasión, este pelo que se te levanta de los brazos justo cuando piensas en lo que estás a punto de vivir. Y no te importa que todo te desborde, se exagere, te apabulle, te apisone, pueda contigo y con todo lo que te rodea.

Ya no puedes hacer nada, ni quieres, por detener un reloj que ha vuelto a darse demasiada prisa. Ahora necesitas tiempo. Tiempo para encajar tanta emoción, tanto recuerdo, tanto olor. Tiempo para que los días duren mucho más de veinticuatro horas. Pero no lo vas a conseguir. Vamos a la gloria. Ahora te toca a ti. Eres tú el que tiene que pasar la página del programa de mano. Y de la vida misma. Pero antes, vívela con Pasión, abrázala con fuerza como si quisieras dejarla junto a ti para toda la vida. Cómetele a besos, bébetela despacio. Y llora si tienes que llorar. La tienes delante. Se llama Semana Santa de Sevilla.